Reconstruir al Estado Mexicano pasa por resolver algunas cuestiones fundamentales: ¿qué es primero, la prevención o la contención en materia de seguridad?

En particular, sobre los estupefacientes que es un tema de salud y uno de seguridad, ¿respaldamos inicialmente la despenalización y/o pretendemos en principio terminar con la generalizada impunidad de productores y distribuidores, aunque no podamos hacer nada con la demanda estadounidense?

¿Son simultáneos y convergentes los enfoques y/o tiene la sociedad mexicana necesidad y capacidad de un énfasis en uno u otro aspecto?

Ruth Dreifuss, presidenta de la Comisión Global de Política de Drogas y ex Presidenta de Suiza, a juzgar por algunas de sus entrevistas en estos días en México, respalda sobre el tema de los estupefacientes un enfoque concentrado en el tema de la salud, la dimensión liberal de tratamiento a la adicción y el acompañamiento -según sus propias expresiones- del planteamiento que hace el equipo del próximo Gobierno de crear condiciones para amnistiar a los “eslabones más débiles de la cadena”.

Reconoce, en lo básico, que nuestro país ha padecido la violencia a causa de enfoques más “represivos” que “preventivos” y busca conectarse con formas de aceptación de ángulos diferentes para México, no nuevos en la experiencia internacional, de permisibilidad en el uso de drogas. Dreifuss busca distanciarse de propuestas promovidas por los estadounidenses en estos 30 años, desde la guerra contra las drogas hasta la disposición a legalizar estatalmente el consumo de estupefacientes simples… orgánicos.

Vamos a conceder, por algunos segundos, que su estimable experiencia y la plataforma institucional donde ella misma se formó décadas después de la guerra en la cual su país no participó, así como su experiencia más europea que latinoamericana, establecieran ciertos sesgos que pudieran impedir, por el momento, reconocer la compleja realidad mexicana.

Por ejemplo, ella parte de la idea de que el Estado debe estar en disposición de legalizar el consumo de estupefacientes, dice que hay condiciones de generar una cadena de supervisión y control alrededor de “los más débiles” tanto en el espacio de la producción y tráfico como en el consumo, es decir, los “consumidores ocasionales” o los adictos.

Afirma que es deseable un Estado capaz de ejercer control, y, matizadamente, defiende un control diferenciado en que se apliquen permisiones y sanciones de acuerdo al tipo de droga de que se trate. Para la mariguana, obviamente, mayor apertura; para las drogas duras, mayor control “como el de una medicina” por tratarse de sustancias más “severas”.

Me parece que en el enunciado está el problema del sesgo bienintencionado de Dreifuss.

Para que exista la probabilidad de la despenalización está la condición preexistente del Estado de Derecho, que en sus capacidades incluye la plena vigencia de un sistema de control, supervisión, administración general y administración de la justicia en particular, así como un espacio eficiente de imposición de sanciones administrativas o penales.

No parece existir evidencia contundente, muy por el contrario, de que el Gobierno mexicano, a la cabeza ejecutiva de esa dimensión legal y teórica que llamamos “Estado”, se encuentre en situación de imponer tales tramos de control y sanción.

Todos los datos a la vista nos indican un debilitamiento de la gobernabilidad y, sí, también de la gobernanza. La novedad histórica es la aparición de un sujeto colectivo nuevo alrededor de la victoria de Morena y de Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, deben resolverse primero preguntas menos simples que los jardines suizos.

¿Debe haber despenalización antes de que exista capacidad de terminar la impunidad?, ¿se constituyen conjuntamente liberación y sanciones como dimensiones convergentes que contribuirán al buen Gobierno en lo federal y en lo municipal?, ¿alguien puede asegurar que la despenalización es una condición en vez de ser un resultado de la retoma del control del Gobierno y del conjunto del Estado?

Hay que aclarar cómo tratar el poder de los cárteles y su manera de ver una oportunidad en la despenalización: ¿se convertirán en empresas?, ¿harán lobby contratado o con violencia en contra o a favor? Según la etapa en que cada uno se halle, se modificará su intervención. Por supuesto que se legisla para los ciudadanos, pero aquéllos son actores que se han apoderado de tramos del Estado, por lo cual…

Si no podemos contestar claramente a esas cuestiones, podemos distraernos mientras tanto o inspirarnos lúdicamente… para no entrar a discutir sustancias “más severas”, en lo que padecemos las carencias de un integral Estado de Derecho.
@guerrerochipres