Foto: César Martínez Con poesía y humor ácido, Jibbe Willems hace hablar a muertos, vivos y a los que caminan entre esos dos extremos  

“Jamás he vivido, pero no me había dado cuenta”, dice el difunto padre de familia en Texel Texas, puesta en escena que toma recursos del teatro experimental para contar la historia de un padre que cayó de alturas extranjeras, y ahora, su cuerpo es esperado por su hijo Oscar y su esposa, en una frontera.

“Me gusta el teatro experimental profesional, porque esa palabra a veces tiene una connotación negativa. Uno dice ‘es que es experimental y no entendí nada’.  Lo más satisfactorio es investigar en escena, que cada obra sea un reto, porque no tienes una fórmula, tratas de descubrir un lenguaje particular para la obra que estás montando”, explicó la directora de la obra, Gabriela Ochoa, en entrevista a 24 HORAS.

En los 75 minutos de la pieza teatral, el público entra en una atmósfera de colores neón, con personajes que navegan en el propio escenario, a través de un fantasma en patines eléctricos y personajes que detienen el tiempo.

“Esto de la cámara lenta-cámara rápida, lo propuse para marcar una elipsis de tiempo. Uno de los grandes temas de la obra es la espera, esta sucede de varias maneras y para marcar el paso del tiempo, las escenas están secuenciadas. Me pareció importante en algunas transiciones hacer esta sensación de que el tiempo se alargaba”.

Su acercamiento con Texel Texas surgió del festival “Voces bajo el nivel del mar”, que se realizó hace dos años y donde se tradujeron cuatro textos de dramaturgos holandeses, entre ellos el original de Jibbe Williams. Ella dirigió la lectura dramatizada, donde participaron los actores Mahalat Sánchez y Roldán Ramírez, que repiten ahora.

“Del texto original, no le quitamos ni una coma. El texto no tiene una sola acotación, no dice dónde están, qué hacen, ni nada. Esa fue mi propuesta de dirección, pero fue todo en conjunto con los actores, el escenógrafo, todo el equipo”.

Como en todas sus obras, Gabriela Ochoa realizó un laboratorio escénico, para posteriormente hacer el montaje, “primero yo planteo un laboratorio de experimentación, para encontrar el lenguaje escénico para montar la obra. En este caso, exploramos el texto, el espacio, los tabiques, los actores y yo”.

“Hay actores incluso que no les gusta, que dicen ‘dime lo que debo hacer’. Son estilos distintos, una búsqueda más bien personal”, apuntó sobre el predominio del teatro tradicional, y por ello, resaltó el trabajo de su elenco, integrado por los actores Enrique Arreola, Olinda Larralde  y Ricardo Rodríguez, así como Mahalat Sánchez y Roldán Ramírez, de quienes dijo “tuvieron las ganas de investigar y hacer una cosa distinta”.

Los sonidos del viejo oeste, con el desierto como escenario principal, conviven por igual con melodías de música electrónica, donde los personajes parecen perdidos, agotados y agobiados. Uno de ellos supervisa el muro que entregará al padre, mientras que una mujer vaga aparentemente desubicada por el espacio.

“Es un trabajo en conjunto, intentamos que los lenguajes estuvieran bien conectados, que no sientas que por un lado el escenógrafo hizo algo, por otra el músico, y yo la directora otra con los actores”.

De Texel Texas, que se presentará hasta el 7 de octubre en el Teatro Benito Juárez, dijo que es una oportunidad para ver una propuesta original “en el sentido de que nos metimos a una búsqueda para encontrar un lenguaje. No vas a ir a una obra donde simplemente los personajes hablan y los actores hacen un personaje convencional”, concluyó.

LEG