El estudio que hizo la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), de la ONU, advierte que el territorio disponible en la base aérea de Santa Lucía es insuficiente para dar una alternativa de largo plazo a la demanda del Valle de México y que requeriría expropiaciones para poder crecer. Sí, expropiaciones que tanto disgustan al Gobierno entrante.
Y no. No se trata de una filtración de la mafia del poder del documento donde queda claro que el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, y su equipo mienten respecto a la inviabilidad de Santa Lucía.
Lo dieron a conocer los pilotos aviadores, porque literalmente son ellos los que arriesgarían la vida con una alternativa inviable e incompatible con el actual aeropuerto capitalino.
Hay una clara preferencia del Gobierno entrante por Santa Lucía. El futuro secretario de Comunicaciones y Transportes ha decidido gastar toda su credibilidad en la defensa de esa opción, y el propio López Obrador usa las redes sociales para denostar Texcoco y defender las dos pistas en la base militar.
Lo innecesario, lo inexplicable, es que si hay tal preferencia por esa alternativa, ¿por qué no anuncia su decisión, asume los costos de cancelar el proyecto actual y se acabó?
Para eso le puede servir su arrolladora mayoría electoral y no tendrían que recurrir a la mentira. Pueden argumentar que la cuarta transformación requiere tanto de un aeropuerto en Santa Lucía como de un tren en las selvas del sureste mexicano.
Vamos, si el Tren Maya no requiere explicaciones, nada más allá de la voluntad del Presidente electo para que se construya. Si no le ven inconvenientes financieros, ecológicos y sociales. Y si ellos aseguran que tienen una encuesta donde 80% de los consultados claman por su construcción, bien podrían hacer lo mismo con el aeropuerto.
De cualquier forma, cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México tendría consecuencias financieras muy serias con o sin aval de algún experto en aviación.
Y está claro que si el pueblo bueno elige en consulta Santa Lucía, será un proyecto con retrasos en la obra y sobrecostos en el presupuesto, es inevitable.
No hay, pues, un solo estudio que avale la convivencia del actual aeropuerto con Santa Lucía, pero si eso es lo que quieren, que lo hagan, y ya. Sin recurrir al engaño.
El estudio de la OACI, que tan de moda trae el equipo de transición, realmente no toma en serio la alternativa de Santa Lucía, como sí lo hace con el caso de Texcoco y Tizayuca. Pero no deja de señalar la inviabilidad futura de la base militar.
En fin, que es un error querer endosar a los expertos un aval que simplemente no existe, y que por el contrario se señala claramente su inviabilidad.
Enredarse hasta la mentira no es un buen inicio para el próximo Gobierno. Porque no es simplemente un asunto de percepciones; es un tema técnico que tiene que ver con la seguridad de los usuarios de ese hipotético aeropuerto en Santa Lucía, del que hoy sólo tenemos una maqueta realizada por la constructora Riobóo.