Gracias a los maestros silenciosos, como se les conoce a las personas que deciden donar su cuerpo tras su muerte, los alumnos de la Facultad de Medicina de la UNAM pueden practicar una atención real de los pacientes, a través del Programa de Donación de Cuerpos, que inició hace dos años y suma mil 430 personas inscritas.

“Cuando me muera, voy a donar mi cuerpo a la UNAM, para que los estudiantes de medicina no anden penando por cuerpos”, decía Laura Echeverría, quien bromeaba sobre la muerte con su familia, y desde hace ocho meses se inscribió al programa que coordina la institución, el cual se integra por mujeres, principalmente.

De los mil 430 donadores inscritos, 515 son hombres y 915 mujeres, y la mayoría tiene entre 50 y 70 años de edad, de acuerdo con el Conacyt. La proporción sorprende al coordinador de programa, Diego Pineda Martínez, ya que en otros países los jóvenes son quienes más se inscriben.

“Hay gente que llega al programa tan entusiasmada por donar que quiere firmar de inmediato. Nosotros les decimos que nos permitan, primero, explicarles en qué consiste, y que nos puedan dar su consentimiento realmente informados, y que si después de la plática lo quieren, pueden decidirlo allí mismo o pueden llevarse los papeles a su casa para tomar la decisión con calma”, explicó.

La iniciativa de los mexicanos marca una distinción, compartió, ya que incluso asisten parejas o familias para inscribirse, Además, la mitad de los donantes están solteros, 38% casados, siete% viudos y cinco% está en unión libre. En otros países, la mayoría de los donadores son personas que enviudaron.

Los interesados sólo pueden donar su cuerpo en vida. De 2016, cuando se requerían tres pasos para inscribirse, ahora sólo son dos, la inscripción electrónica y asistir a una charla informativa. Hasta ahora ya recibieron 30 maestros silenciosos, ya que cuando una persona inscrita en el programa fallece, sus familiares avisan al equipo de trabajo de la UNAM, quienes trasladan el cuerpo y lo incineran.

LEG