Es posible conservar la fecha del 29 de noviembre para la firma del Acuerdo México, Estados Unidos y Canadá (AMEC), porque se trataría de un acto protocolario para sellar el final de las negociaciones entre los gobiernos de los tres países.
Será posible, pues, que Enrique Peña Nieto pueda plasmar su firma en representación del Gobierno mexicano. Incluso, el propio Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, ha encontrado en ese hecho una manera de poner distancia del acuerdo y así poder reclamar una mala herencia, en caso de que algo salga mal.
Si finalmente se da esa firma, va a ser un momento tenso, de caras largas en donde privará la certeza de que estarán ahí sentados los tres mandatarios, obligados por una negociación forzada. Una negociación en donde quedaron daños en la relación.
Y si al final tenemos un AMEC suscrito por los Presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, de México, Enrique Peña Nieto, y el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, será un acuerdo a la espera de ser ratificado.
Por lo pronto, con los tiempos electorales encima, los legisladores estadounidenses no tienen ninguna prisa. Todos están enfocados en una batalla interna tensa y cerrada.
Será un tema para el próximo año, dicen los republicanos, y tampoco será una prioridad. Así que la ratificación del AMEC podría ser un asunto de largo plazo. La expectativa es que durante el primer semestre del próximo año transite por los trámites legislativos en los tres países, para entrar en vigor en algún punto del segundo semestre de 2019.
No aporta a la certidumbre el hecho de que los propios senadores del partido del presidente Donald Trump resten importancia a un tema en el que tanto tiempo invirtió tanto esfuerzo.
Porque más allá de la incertidumbre de no tener ratificado el acuerdo, para México lo que quedará durante todo este tiempo que tarden los legisladores en ratificar el nuevo pacto es la vigencia plena del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Es un peligro, por lo impredecible que es el Presidente de Estados Unidos, pero la relación comercial trilateral tiene vigente el mismo estatus desde el 1 de enero de 1994.
Es un riesgo que el acuerdo comercial pudiera quedar a expensas de la decisión del Senado estadounidense después de las elecciones dentro de menos de un mes, porque podemos ver un Congreso dominado por demócratas.
Y si bien estos opositores del presidente Trump aseguran que en ellos cabe la sensatez en estos tiempos y que públicamente muchos de ellos aprueban mantener este lazo comercial en América del Norte, tampoco hay que descartar que encuentren en el bloqueo del AMEC una manera de vengarse de Donald Trump.
Si llegaran los demócratas a entorpecer este acuerdo para provocarle una derrota al Presidente republicano, éste impredecible personaje podría reaccionar suspendiendo el TLCAN.
En fin, que sin la aprobación legislativa de los tres países, el AMEC no tiene vigencia. Y si bien el TLCAN está vigente, tampoco puede haber la certeza de que el acuerdo sustituto pueda llegar a tener vigencia.