Para efectos de sus propuesta política, se diría que Manlio Fabio Beltrones sumó ayer tres voces de peso y resonancia a su planteamiento de “gobiernos de coalición” en el país; pero para efectos de sus aspiraciones presidenciales, el sonorense invitó a tres ex candidatos presidenciales perdedores que le acompañaron en la presentación de sus ideas políticas.

 

Cuahtémoc Cárdenas, Francisco Labastida y Diego Fernández de Cevallos, pueden significar juntos un buen peso político y una autoridad moral en términos de sus trayectorias y carreras, pero si se habla de efectividad electoral, ninguno de los tres fue capaz de ganar claramente las elecciones presidenciales en las que participaron. Cuauhtémoc defraudado en el 88, Diego extrañamente echado para atrás en el 94 y Francisco Labastida traicionado en el 2000, los tres ex candidatos abogan hoy por la reforma beltronista y, por encima de sus partidos y alejados de los precandidatos de éstos, respaldan el planteamiento del priista.

 

Manlio, a su vez, confirma con su documento de ayer que es el aspirante presidencial de todos los partidos que cuenta con las propuestas políticas más acabadas y reformistas para promover un cambio de fondo urgente en el régimen político presidencialista y que a su vez ayude a destrabar otras reformas pendientes en el terreno social y económico. De hecho, el senador lanzó un reto al resto de los presidenciables como él para que expliquen como piensan resolver el problema de la gobernabilidad y el agotamiento del actual sistema político.

 

La pregunta es si este tipo de actos de propuesta, músculo y colmillo político le alcanzarán a Manlio Fabio Beltrones para pelear realmente por la candidatura presidencial en su partido. Y la respuesta automática es no. Por más que se esfuerza en distinguirse del resto de los aspirantes con las propuestas y los temas de fondo como su divisa para ganar apoyos, la realidad es que Beltrones no ha crecido en las encuestas y sigue muy por debajo de su contrincante interno Enrique Peña Nieto.

 

Hace unos días se corrió incluso la versión de que el político sonorense analizaba ya “bajarse” de la contienda interna para hacerse cargo del PRI y darle paso al mexiquense Peña Nieto. La versión fue desmentida por su equipo cercano que insiste en que el senador “va a llegar hasta el final y no se hará a un lado digan lo que digan”. La duda es ¿para qué llegara hasta el final? Sin posibilidades reales en las encuestas el único escenario en el que Beltrones podría obtener la nominación priista sería una caída brutal o un descarte obligado de Peña, ¿esa es su apuesta?

 

De no ser así, la otra apuesta real de Manlio Fabio sería a una negociación política con Peña Nieto en la que el senador obtuviera el aval del mexiquense a sus propuestas de reforma, algo que también se ve díficil porque las posiciones públicas de Peña sobre la reforma al régimen han sido totalmente conservadoras y opuestas a los planteamientos de Beltrones; de hecho fue él, con su mayoría de diputados del PRI, quien bloqueó las partes más audaces de la reforma política aprobada por el Congreso. Y la incógnita vuelve a ser ¿qué busca entonces Manlio?

 

Si dice que llegará “hasta el final” con esos escenarios adversos, ¿se expondrá a una derrota abrumadora y hasta humillante? ¿servirá de comparsa para validar una elección interna ya prácticamente definida desde ahora? ¿o va a negociar llegado el momento una salida digna? Tal vez al final lo de sus invitados de ayer sea un autopresagio y Manlio se está preparando para entrar al grupo de los consagrados políticos, reconocidos hombres de Estado, pero al fin perdedores.

 

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