El Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, se reunió ayer por la tarde con los contratistas mayores del fracasado proyecto del nuevo aeropuerto en Texcoco.

Y vale precisar que son los grandes, porque hay muchos contratistas pequeños que estaban subcontratados y cuya suerte aún sigue siendo incierta.
Por semanas, al inicio de la construcción, se publicaron en varios periódicos de la CDMX peticiones para que quienes tuvieran un camión de carga o tráiler bajo ciertas especificaciones acudieran a lo que sería el nuevo aeropuerto.

Incluso se publicaban las tarifas que se pagaban por viaje, por cierto, a muy buen precio.

Era común ver las largas filas de camiones de carga esperando turno ya sea para entregar material o salir con escombros.
Algunos transportistas invirtieron en la compra de camiones nuevos o usados, pues el negocio pintaba bien.

Luego de la consulta se quedaron con el camión y sus deudas, pero sin trabajo.

Lo mismo ocurre con las decenas de negocios de comida que se instalaron en las márgenes de la obra; se acabó la clientela, pero ellos no están contemplados en la liquidación de los contratos.

Al término de la reunión vespertina, López Obrador dijo que se liquidarán los contratos y los gastos no recuperables en los que incurrieron los seis o siete grandes contratistas que, además, según el Presidente electo, aceptaron de buena gana la decisión y colaborar en la nueva obra.

Pero si ellos eran, según López Obrador y Javier Jiménez Espriú, quienes inflaron los costos de la obra, ¿cómo es que les cancelan unos contratos y se les entregarán otros para Santa Lucía?

¿Se les pagarán los contratos en su totalidad, es decir, por el monto final de la obra o sólo por los trabajos que habían realizado?
¿Llegaron a un acuerdo de qué porcentaje se puede pagar y cuál no?

En fin, que la operación cicatriz con los contratistas no deja de ser más oscura que la cancelación del aeropuerto en Texcoco.
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Entre el 13 y 29 de noviembre, planea Morena que estarán aprobadas las reformas que requiere López Obrador para cuadrar el inicio de su “cuarta transformación’’.

Al menos eso le dijo ayer al Presidente electo el coordinador de los Diputados de Morena, Mario Delgado, quien aseguró que sus legisladores están listos para aprobar a partir de la siguiente semana la reforma a la Ley de la Administración Pública Federal, la desaparición del fuero, la revocación de mandato y las comisiones presidenciales, específicamente la del caso Ayotzinapa.

Por la noche, diputados y senadores locales y federales de Morena se reunieron con el tabasqueño para presentarle los avances de la agenda legislativa.

O sea que Morena en el Congreso –cuyos líderes dijeron que no servirían a un hombre, sino al país- finalmente aprovechará su mayoría aplastante para ponerle una alfombra legal al nuevo Presidente.

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La emergencia por la escasez de agua en la capital del país será real a partir de esa semana.
Y es que el fin de semana anterior, que fue puente, mucha gente de la capital salió a provincia, por lo que la utilización del líquido fue menor al promedio diario.

Pero ahora, con los problemas que se presentaron en la reparación del Sistema Cutzamala, la escasez sí se dejará sentir.
Tome sus precauciones.