Bajo la sombra de un árbol cercano a la puerta seis que conduce al estadio “Jesús Martínez Palillo” de la Ciudad Deportiva, Karina, migrante hondureña, contempla a su hija de tres meses, quien reposa en el pasto sobre una pequeña cobija.
Ella y dos de sus hermanos llegaron anoche a este sitio habilitado por las autoridades capitalinas como albergue escapando de la pobreza y con la idea de mejorar sus condiciones de vida, pero no sido fácil viajar con la pequeña en brazos y enfrentar las inclemencias del tiempo.
“Venimos de Coatzacoalcos –Veracruz-, el camino ha sido largo, pero tenemos la esperanza de llegar a nuestro destino”, dice sentada a un costado de la nena, quien duerme plácidamente.
Por qué aquí y no al interior de alguna carpa, se le pregunta, a lo que responde que llegaron tan cansados que sólo pensaron en descansar.
A su hermano y hermana también los acompañan sus hijos, uno de seis y otra de cuatro. A primera vista los niños se ven enteros, en tanto que los padres lucen rostros cansados.
Esta escena se repite a lo largo y ancho de la Ciudad Deportiva, son muchas las familias que han arribado a este lugar, en el que se han instalados alrededor de 50 baños móviles, más de 20 tinacos de agua, un comedor y casi una docena de carpas, unas gigantescas, otras medianas y unas más pequeñas.
Las gradas también sirven de pequeños dormitorios, cubiertas con mantas y cobijas o lo que esté al alcance, incluso, los barandales y pasamanos se han utilizado de tendederos, de ellos cuelgan un sin fin de ropa, previamente lavada.
LEG