Imaginemos al equipo de trabajo de un gran artista del Renacimiento (Leonardo, Miguel Ángel, Tiziano, Raffaello, el que prefieran), informado de pronto no sólo de que su gran líder y maestro se ausentará durante unas semanas, sino de que la obra lo mismo tendrá que entregarse, lejana a su pincel y color, a su instrucción e inspiración.

La primera reacción en esa hipotética escena tiene que haber sido de pánico, de incertidumbre, de lucha de egos, finalmente alguien tendrá que llevar la voz cantante para que la Capilla Sixtina continúe tan soberbia y no palidezca en alguno de sus puntos. La segunda, de subsistencia: sin el genio nada es igual, pero, mal que bien, se cumplen los plazos y las metas. Vuelto el virtuoso, acaso se indignará por cierta decisión o ejecución, mas el equipo funcionó, y todos retornan en automático al viejo rol de dependencia casi enfermiza. ¿Cómo salir de aprietos? Volteándolo a ver.

Hagan de cuenta, el Barcelona con Lionel Messi: sin su concurso, le cuesta mucho más imponerse, brilla menos, carece del elemento más desequilibrante del planeta futbol, en ocasiones hasta luce burdo. Y, sin embargo, una vez que se anunció su tiempo de ausencia por lesión, el sensacional Mister Chip aclaraba en sus redes: sin el rosarino, los blaugranas ganan cuatro por ciento más que con él, 76 por ciento bajo su orfandad, 72 con su presencia.

Nadie en su sano juicio (ni quien sustituya a Messi en la alineación) se atreverá a afirmar que es preferible tenerlo en rehabilitación que en la cancha. Lo relevante es comprender qué puede suceder para que un colectivo que lo pide a gritos a cada urgencia y atasco, de alguna forma sepa sobrevivir sin él.

¿Crece la solidaridad? ¿Se distribuye la responsabilidad? ¿Se asume mayor compromiso? ¿Se florece sin tan tremenda sombra? ¿Se asimila que sobre el césped no hay dios que remedie lo que entorpecen los humanos? ¿Se escapa al confort? Acaso, sí.

Difícil imaginarse lo que será del Barça toda vez que Messi se retire o emigre, aunque estrictamente en la inmediatez y ante sus ausencias por lesión, la respuesta no es tan catastrofista. Algo distinto a lo que el Real Madrid puede esbozar a tres meses de la partida de Cristiano Ronaldo: si quien ha perdido una extremidad, se la sigue buscando o la sigue sintiendo, eso se intuye de momento en la entidad merengue, que busca sin remedio a su astro rey. El Barça también: pero sin la extremidad y como sea, de alguna forma subsiste.

Twitter/albertolati

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