Lo vimos en el fin de semana. Líderes de todo el mundo se estrechaban las manos en París para conmemorar el fin de la Primera Guerra Mundial.
Tenían caras circunspectas. Casualmente el Presidente ruso Vladimiro Putin sacó su sonrisa más amable en el apretón de manos a su homólogo estadounidense Donaldo Trump. Aquella sonrisa no era porque sí. Detrás estaba un acercamiento para que Estados Unidos no abandone el actual acuerdo nuclear. Una salida de Estados Unidos del importante acuerdo supondría que el resto de los socios siguiera el mismo camino y se produjera una anarquía en algo vital como es el asunto nuclear.
El resto de los mandatarios estaban muy serios. Era normal. Se trataba de la conmemoración de la Primera Gran Guerra a nivel global que ocasionó diez millones de muertos y veinte millones de heridos.
Pero esa seriedad intentaba visualizar un camino a la esperanza. Todos recordaban que la Primera Guerra Mundial se cerró en falso y dejó la semilla para la Segunda Guerra Mundial. En el aire gravitaba la posibilidad, eso sí remota, de una tercera.
La actualidad nos conduce hacia un mundo global donde todos somos uno y hacemos que por ahí transite la Humanidad. Lo que le afecta a uno le afecta, en mayor o menor medida, al resto. La economía, las fronteras, la seguridad, el comercio, todo está interconectado como internet, la red, que es tal vez la protagonista de la actualidad global.
La Primera Guerra Mundial comenzó como consecuencia de los nacionalismos. El joven nacionalista Gavrilo Princip asesinó en un puente de Sarajevo, capital de Bosnia Herzegovina, al archiduque Francisco Fernando. Ese fue el comienzo de aquella terrible guerra. Hoy en día ese nacionalismo exponencial sigue teniendo muchos focos en Europa a través de Cataluña y el País Vasco en España, Córcega en Francia, la Bélgica separada en dos o el Brexit del Reino Unido. Se trata de ideas atávicas y trasnochadas. Sin embargo, recorren planeta y medio a gran velocidad.
Luego está el populismo. No tenemos más que recordar a Adolf Hitler, aquel populista que llevó a Alemania a un callejón sin salida.
En la actualidad el populismo recorre el mundo como la pólvora. España, Grecia e Italia son países con gobiernos populistas que no hacen sino obstruir el avance de sus sociedades. La mezcla de los populismos y del nacionalismo degeneró en aquellas dos guerras que tiñeron de rojo sangre los últimos cien años de la Historia de la Humanidad.
Todo eso pertenece a la Historia. El ser humano hoy ha avanzado. Sin embargo, no sé si ha llegado a entender la lección de la muerte y de la destrucción. Me temo que no. por eso ahora entiendo la cara seria de los mandatarios que acudieron este fin de semana a París para conmemorar los cien años del término de la Primera Guerra Mundial.