Extraño futbol, éste que cree que el camino más corto hacia el éxito es la casualidad o, peor incluso, la conformidad. Extraño y necio futbol, éste que piensa que haciendo lo mismo, más pronto que tarde obtendrá resultados distintos (por recurrir a la frase atribuida a Albert Einstein). Extraño y generoso futbol, éste con tamaña capacidad para renovar su ilusión sin apenas tocar su fondo o remediar su vacío. Extraño y ciego futbol, éste tan negado a la autocrítica. Extraño y absurdo futbol, éste que vende todo menos goles.

Desalojado el paredón tricolor por Juan Carlos Osorio cinco meses atrás, Ricardo Ferretti ha sido el último en pararse ante el pelotón de fusilamiento. Que suene fuerte el coro, ahora culpemos todos al Tuca. Y algún recordatorio a Osorio. Y a los europeos que no vinieron. Y a los que sí. Y a Ochoa que recibe tantos goles. Y a los jóvenes que no dan el ancho. Y a los medios que los hacen divas. Y a los patrocinadores que los hacen ricos. Y, si se puede, también a algún árbitro, como aquel que al convertir en penal la caída de Robben, nos dio cuatro años de remedio para tanto dilema existencial: entonces al menos tuvimos a quien culpar.

Lo relevante es no ver cuánto efectuamos mal. La única clave del ejercicio es dirigir el dedo acusador en todo sentido, menos en el propio, vaya a ser que descubramos lo desnudos que estamos de ideas y proyectos (como la idea y el proyecto no sean multiplicar la recaudación).

¿Cómo formamos a las jóvenes promesas? ¿A qué edad les detectamos y debutamos? A comparación con otros países, ¿qué tan integralmente les armamos y preparamos? ¿Quién define criterios y se preocupa por que se cumplan? ¿Cómo se aprovechan las riquezas generadas en la élite para reinvertir en la raíz del futbol? ¿Bajo qué esquema protegemos al niño aspirante, cómo garantizamos un sano e igualitario acceso a oportunidades? ¿Y los problemas de educación y salud pública? ¿Cómo entender que tan elevado porcentaje de la población no sea elegible para el deporte, por iniciar tan pronto con sobrepeso? Preguntas sin respuesta: más voluntad que razón.

Mientras tanto, se asignará a un nuevo seleccionador mexicano, reiterando la cantaleta del quinto partido y exigiendo como si nuestro escudo estuviera rodeado de estrellas mundialistas. Renuentes a admitir que nunca nos metemos entre los ocho primeros, porque, claro está, nunca hemos sido de los ocho que mejor trabajan. Obstinados en insistir que estamos al nivel de los grandes, cuando ellos tienen hoy un estelar por club relevante de Europa y nosotros en toda nuestra historia no hemos tenido más que tres. Asegurando que los nuestros no son titulares allá o no cuestan tan caro como los brasileños, porque nos discriminan y tratan feo.

Quitémonos la venda de los ojos: este extraño futbol recoge lo que cosecha. Ni más ni menos.

Twitter/albertolati

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