Los negociadores del Parlamento Europeo, la Comisión y el Consejo acordaron hoy sacar del mercado ciertos productos desechables de forma definitiva.
Los popotes, los cubiertos, los palillos de algodón de plástico así como las tazas y los contenedores de comida hechos de poliestereno expandido (corcho blanco) serán retirados completamente del mercado.
La directiva aprobada esta madrugada incluye provisiones para que la industria tabacalera asuma la recolección de colillas y para que los fabricantes de botellas plásticas asuman su recolección con un sistema de depósito.
También se prevé que los fabricantes de envases de bebidas rediseñen sus productos para que las tapas no se desprendan de ellos. Estos artículos constituyen, con las bolsas plásticas, el 80 por ciento de la basura que llega a los mares.
La directiva prevé asimismo que los Estados miembros definan objetivos nacionales de reducción de plásticos desechables. Incluye la prohibición total del plástico supuestamente biodegradable (oxo), pero que en realidad se vuelve microplásticos que no desaparecen.
La nueva iniciativa tendrá aún que ser firmada por el Parlamento Europeo y por el Consejo de jefes de Estado y de Gobierno. Entrará en vigor en la primavera de 2021.
Junto con la directiva de las bolsas plásticas (aprobada en 2015), Europa piensa evitar la emisión de 3.4 millones de toneladas de CO2 y evitar daños medioambientales que equivaldrían a 22 mil millones de euros hasta 2030.
Rusia también se une al combate
A pesar de la baja conciencia que existe sobre el problema de la basura proveniente del plástico, la sociedad rusa comienza a enfrentar el asunto y poco a poco da los primeros pasos para resolverlo.
Se trata de una situación relativamente nueva, pues el uso generalizado de bolsas de plástico comenzó en la década de los años 90 del siglo pasado, cuando desapareció la Unión Soviética y Rusia quedó como su heredera.
Han sido los propios consumidores quienes se han movilizado en este campo. Se trata de una minoría, pero muy activa, dice Andrei Golubkov, vocero de la cadena de tienda de abarrotes Azbuka Vkusa.
Esta cadena comenzó el pasado octubre a cobrar 70 centavos de dólar -cinco rublos- por cada bolsa que da a sus clientes, lo que de acuerdo a sus estimaciones, ha significado una baja en el empleo de estos artículos.
En noviembre dio un paso más y cambió ese tipo de bolsas por contenedores reusables y ofreció un descuesto a sus clientes que los prefirieran. El objetivo es lograr que las bolsas de plástico dejen de usarse en esta cadena para 2021.
Ahora se analiza la introducción de empaques biodegradables, pero el gran problema es que en Rusia no existe la infraestructura para procesar basura biodegradable.
Sin embargo, pese a los problema las tiendas “cero basura” se extienen por todo el país, con experiencias como que los compradores lleven sus propios empaques.
aetc