Pues no hay gasolina en Santa Fe ni en Bosques de las Lomas. En 10 estaciones capitalinas hay desabasto. La gravedad del evento sacudía las redes sociales este martes por la tarde. Evidencia renovada de que en los forcejeos inevitables de la administración que busca poner las cosas en orden los protagonistas del debate serán el éxito con números y las capacidades de la comunicación política de las derechas, las izquierdas y todos los demás.
Los datos siguen siendo contundentes: el robo de gasolina de los distribuidores, alrededor de 33% de ellos que vendieron durante décadas litros de 950 mililitros, los funcionarios y dirigentes sindicales de Pemex y los huachicoleros que se han hecho cargo para beneficio de su propio bolsillo de la corrupción y la impunidad nacionales que caracterizaron al PRI y al PAN en materia de administración de energéticos y de la distribución de combustibles deben ser sujeto de la guerra de versiones que acompañará al sexenio completo.
Por ahora es inescapable la tormenta de mensajes desde las trincheras ideológico-partidarias o simplemente viscerales y ciudadanas, de uno y otro lado, frente al fenómeno de la formación de la opinión pública. Por la mañana, en la conferencia del presidente Andrés Manuel López Obrador, se insistía en el tema del ahorro de dos mil 500 millones de pesos para Petróleos Mexicanos solamente por la implementación del plan contra el robo de gasolinas que es causal de los ajustes al abasto de las mismas, menos de 1% del total que presentan crisis.
Antes del plan para contener el gigantesco robo a Pemex, del cual no hicieron prácticamente nada contundente los últimos tres Presidentes de la República, se robaban, en promedio, aseguró el mandatario, 787 pipas diariamente. Luego de la implementación del brusco ajuste al esquema de distribución, se redujo esa cifra a 177, es decir, 610 pipas menos, lo cual equivale a un decrecimiento de 77%. ¿Alguien recuerda cuándo Vicente Fox, Felipe Calderón o Enrique Peña entregaron datos sobre el volumen del robo de pipas en particular y de pérdidas por corrupción en Pemex durante tres días consecutivos o al menos uno solo? Las molestias, sostuvo el presidente López Obrador, son menores. Mientras Felipe Calderón subía a su cuenta de Twitter su presunto pesar por su victimizada Morelia compartiendo un video con una fila de personas en una gasolinera de la capital michoacana.
La vergüenza nacional debería ser movilizada de una corriente solidaria y terminante en contra de la inmensa corrupción alrededor del huachicoleo de los de arriba y de los de abajo. La preocupación por el desabasto en una de cada cien gasolineras es más importante para las oposiciones que la escala de la corrupción. Ante la imposibilidad de supeditarse a un proceso de acompañamiento solidario que los dejaría, en su opinión más “mezquina” que “canalla”, sin identidad propia, muchos actores prefieren descalificar el reordenamiento que respaldar, así sea críticamente, su objetivo. Las oposiciones se fortalecerían alrededor de buenas causas como la de reordenar la administración y sacudir la ética nacionales. No hay omelette sin romper algunos huevos.