A ver quién se cansa primero, ¿los chalecos amarillos, aún aplaudidos por 60% de los franceses, o su más acérrimo enemigo, Emmanuel Macron?
La batalla se libra todos los días desde el 17 de noviembre pasado en carreteras, glorietas o peajes de autopistas, y cada sábado asistimos en las grandes ciudades -en primer lugar en París- a los tradicionales rituales de la violencia con disturbios, destrozos en el mobiliario urbano, nubes de gases lacrimógenos y barricadas en llamas.

Habrá que acostumbrarse. Esta semana apareció en el panorama político-social galo una novedad: el gran debate nacional “sin tabúes” con el que Emmanuel Macron quiere otorgar la palabra a los ciudadanos de a pie. Los alcaldes serán los principales intermediarios entre el Gobierno central y las poblaciones periféricas donde no se llega a fin de mes. Sobre la mesa los temas se acumulan. Los más candentes: justicia fiscal, transición ecológica, democracia ciudadana, organización del Estado y servicios públicos en la llamada “Francia profunda”.

Lo que necesita el mandatario es calmar los ánimos y transformar la crisis en una oportunidad antes del arranque oficial de la campaña electoral de las elecciones europeas de mayo próximo.

Las consultas durarán cuatro largas semanas. ¿Servirán para algo? Pocos confían en su utilidad y sinceridad. Sólo uno de cada tres galos opina que el debate servirá para poner fin a la crisis de los chalecos amarillos, cada vez más enmarañada.

Mientras Macron trata de reanudar el diálogo con los franceses, la lideresa de la extrema derecha, Marine Le Pen, descorcha la champaña al observar que es la única figura política que saca beneficios de la revuelta anti Gobierno.

Sin jamás intentar implicarse ostensiblemente, sin querer mostrar su deseo de instrumentalizar a los chalecos iracundos, subió como la espuma en los sondeos de popularidad. Hoy su partido cuenta con 40% de apoyos; entre los obreros la tasa de su popularidad llega hasta 55%. ¿Cómo explicarlo? Fácil. La inmensa mayoría de las reivindicaciones de los chalecos amarillos aparece en el programa de la dirigente ultraderechista.

Marine Le Pen califica el debate lanzado por Macron como un engaño, un ejercicio hipócrita, pues el Gobierno ya dejó claro que no hará más concesiones.

Si las elecciones europeas tuvieran lugar hoy, la ultraderecha populista francesa de Le Pen se impondría por un amplio margen, de seis puntos, al jefe de Estado Macron, “ni de derecha, ni de izquierda”. La alerta está lanzada.