Todas las mañanas, de lunes a viernes, las calles de la colonia Nueva Tenochtitlán dan cuenta de la llegada de Daniel Alejandro y su instrumental listo para saciar los antojos de aquellos que van a la escuela, al trabajo o simplemente buscan un desayuno. Rápidamente levanta las cortinas de su local; destapa unas cuantas ollas que despiden vapor y se dispone a preparar una torta de tamal.
Los tamales verdes, dulces, con rajas y gourmet –la especialidad de la casa- son los más vendidos en el Día de la Candelaria. Queso con zarzamora, chocolate, avellana, mora azul, mango, son algunos de los sabores que la gente incluye en sus encargos, de hasta 50 unidades, acompañados de litros de atole de arroz, fresa, guayaba, chocolate y el tradicional champurrado.
“Muchos pedidos los recibimos a inicios de 2019; la cantidad que entregaremos para este 2 de febrero será de 4 mil a 5 mil tamales y 200 a 250 litros de atole de cada sabor”, mencionó Alejandro en una visita de 24 HORAS.
De acuerdo con la tradición mexicana, las personas que obtuvieron el muñeco en la rosca del Día de Reyes deben pagar el acto con tamales, pues son los “padrinos del Niño Dios”. Para Daniel es una fecha en donde descansar es un lujo debido a la carga laboral. La preparación comienza casi con tres semanas de anticipación entre la compra de los ingredientes, la preparación de la masa, la cocción de los alimentos, separar los tamales por clientes y, finalmente, repartir los pedidos.
“Trabajaremos para escuelas, oficinas, iglesias y la clientela de diario. Incluso mandaremos un pedido a Monterrey, Nuevo León, y en otros años han venido desde Japón, España, Alemania y Holanda para llevarse una buena ración”, dijo el vendedor de “Tamales Paty”.
Sin importar las condiciones climáticas o temporada del año, Daniel reconoce que su trabajo va más allá de la venta de tamales y atole; siempre procura la comodidad de sus comensales al ponerles la música de su agrado, haciendo pedidos especiales o simplemente ofreciéndoles una amena charla de cine, videojuegos, política, comedia, entre otras cosas.
“Chino”, “Mr. Takadan”, “Dany”, “El amigo”, “El que estudia” o “El Universidad”, son algunos de los sobrenombres que Alejandro se ganó a lo largo de nueve años de trabajo a las afueras del mercado “10 de mayo”, a unas cuadras del Metro Eduardo Molina; los últimos dos motes le fueron adjudicados gracias a su licenciatura en Ciencias de la Comunicación por la UNAM, la cual terminará en unos meses.
La mejor parte del trabajo de Mr. Takadan es la interacción que tiene con las personas y las cosas que atestigua todas las mañanas a las afueras del mercado; de esta manera, asegura, que un tamal y un atole no pueden faltar en el día a día de un mexicano. Después de su jornada del 2 de febrero, Daniel contempla tomar un pequeño descanso y, posteriormente, satisfacer a todos los que busquen “una experiencia tamalera sin igual, con tamales salados y gourmet de calidad”.
PL