No cualquier beisbolista alcanza a las Ligas Mayores. Ser fichado en alguno de los 30 equipos que la conforman implica que el pelotero ha desarrollado importantes habilidades ofensivas y defensivas. Supone también que se trata de un atleta con destreza y que cuenta con los reflejos suficientes para solucionar las ecuaciones que surgen en cada jugada del llamado Rey de los Deportes. De algo así se trata la política.

La Presidencia de la República podría equipararse a las Grandes Ligas. Nuestro primer mandatario, en el ejercicio del poder, ha demostrado ser un pelotero al que se le complica la estrategia defensiva. Ejemplo de esta metáfora es su reacción ante el reciente anuncio hecho por la agencia Fitch Ratings, quien decidió degradar las notas de Pemex en dos escalones.

En términos llanos, la razón esgrimida por la calificadora es la falta de inversión en producción y exploración, la generación negativa de aquellos fondos de los cuales Pemex dispone después del pago de sus obligaciones y lo insuficiente de las medidas anunciadas por la paraestatal para frenar su deterioro crediticio.

El panorama para Pemex en el corto plazo es poco alentador. Otras calificadoras podrían seguir el camino de Fitch y degradar sus respectivas notas.

 

Esto traería como efecto un deterioro en el precio de los bonos de la empresa y provocaría un mayor costo en sus procesos de financiamiento.

 

Recordemos que Petróleos Mexicanos debe salir a los mercados para financiar cinco mil 400 millones de dólares si es que pretende cumplir con los compromisos fijados en su programa para este año.

La respuesta del presidente López Obrador refleja lo que será una constante en los próximos seis años. A decir del mandatario, Fitch Ratings trata de desprestigiar a su administración por los cambios en la política económica, luego de que la calificadora nos impusiera una política neoliberal. La llamó hipócrita por haber permitido el saqueo y avalado la reforma energética. Por el contrario, dijo el mandatario, su gobierno ha recuperado Pemex a través del combate al robo de combustibles y de la corrupción.

López Obrador se equivoca cuando cree que las calificadoras miden parámetros como el combate al huachicoleo o los índices de corrupción dentro de Pemex. Las agencias evalúan el comportamiento financiero de una empresa o de un país cuando éstos son emisores de bonos de deuda. Ni más ni menos.

En sus últimas conferencias de prensa, el Presidente de México ha lanzado todo tipo de calificativos en contra del Bank of America, el Fondo Monetario Internacional, el Banco de México, las principales cúpulas empresariales del país y ahora Fitch. Todas estas instancias, nacionales o extranjeras, han demostrado que saben jugar en las Grandes Ligas.

Segundo tercio. El Gobierno de México no debería soslayar las amenazas vertidas por el crimen organizado en contra del presidente López Obrador y de instalaciones estratégicas como la refinería de Salamanca. Quienes están detrás del robo de combustibles son sofisticadas organizaciones que podrían desestabilizar al país.

Tercer tercio. César Castillejos fue designado como nuevo titular de Comunicación Social de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Sin duda, uno de los mejores nombramientos que pudiera haber hecho el ministro presidente, Arturo Zaldívar. A Castillejos le precede una carrera en áreas de prensa lo suficientemente sólida para devolverle a la Oficina de Comunicación del Poder Judicial la seriedad que perdió en los últimos años.