Basta con un chequeo rápido a la página oficial del pasado Mundial, para copiar una serie de datos duros: que en cuatro partidos de Rusia 2018, Raúl Alonso Jiménez apenas disputó 54 minutos, en los que sólo tuvo tiempo para ensayar un remate a puerta, correr algo más de seis kilómetros, acertar ocho pases de quince intentados, perder once balones y cometer dos faltas.
Es decir, un certamen casi tan testimonial como el que vivió en Brasil 2014, cuando siendo una promesa no pasó de los 10 minutos en la cancha, aunque con la idéntica cifra de un disparo a gol.
Traigo a colación esas estadísticas al contemplar lo que ha sido de la temporada de Raúl unos cuantos meses después. Consolidado como uno de los futbolistas más revalorados en lo que va de la actual Premier League, con las mismas nueve anotaciones que elementos del calibre de Roberto Firmino, Alexandre Lacazette, Paul Pogba, Marcus Rashford, y por encima en esa tabla de Romelu Lukaku o Jamie Vardi.
Por supuesto, Jiménez no entró al Mundial siendo siquiera titular en el Benfica, aunque hoy resulta evidente que se debió sacar muchísimo más provecho a sus condiciones (y que la labor del seleccionador ha de ser ver lo que los externos no vemos, algo que en esta situación no aconteció). No sabemos cómo llegue a Qatar 2022, que un cuatrienio es demasiado en términos deportivos, aunque acaso su nombre quedará confinado al de los grandes desperdicios de nuestro futbol.
Si de por sí es muy poco el talento que generamos y, para colmo, no lo optimizamos o capitalizamos, así nos va. De ninguna forma esto es un ataque directo a uno de los grandes delanteros en la historia del futbol mexicano y máximo goleador del Tri, Javier Hernández, quien fue titular en Rusia. Es sólo la certeza de que Jiménez, hoy tan goleador como asistente para goles de sus compañeros en la que es quizá la liga más exigente del planeta, fue infravalorado en ese torneo. Así como Chicharito no estaba para suplente fijo cuatro años atrás (sólo terminar el Mundial, pasó al Real Madrid, dejando una estela goleadora), hoy Jiménez tenía que haber contado con mayores oportunidades. Algo similar podrá decirse de Jesús Manuel Corona (en su caso, algo más de media hora en canchas rusas), que vive el mejor torneo de su vida, además brillando en Champions League.
Justo cuando inicia el proceso de Gerardo Martino, la exigencia primordial ha de ser una meritocracia. El técnico preferirá a uno u otro porque ese es su trabajo, mas la alineación tendrá que basarse en méritos y no antecedentes remotos. Tal vez esa sea una de las pocas facetas remediables a inmediato plazo en el convulso contexto que rodea al Tricolor.
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