Cuando un grupo de indígenas salió en enero de 1994 a declararle la guerra al Ejército de México, y los políticos de izquierda, incluido el actual Presidente, buscaban una foto con el encapuchado guerrillero y poeta, una de las principales demandas era el sacar de la marginación y el olvido a nuestros pueblos indígenas.

El debate sobre la marginación y el desprecio hacia los indígenas no sólo fueron tema nacional, sino internacional. Y líderes de opinión mundiales llegaban hasta la Selva Lacandona a conocer a los integrantes de esa guerrilla y a escuchar su discurso contra la discriminación.

Ha pasado un cuarto de siglo desde aquel llamado de atención del Ejército Zapatista de Liberación Nacional que gritaba: “Nunca más un México sin nosotros”, y, por lo que hemos visto en las últimas semanas, no entendimos nada.

El racismo, normalizado en el corazón de nuestra sociedad, sigue ahí, como el Dinosaurio de Augusto Monterroso y se reavivó y mostró su peor cara, cuando se informó que una indígena oaxaqueña estaba nominada al Oscar, como Mejor Actriz. Pero no se asomó sólo, apareció aderezado con una buena dosis de clasismo. Esa que se sintetiza en la frase: “Se fue como las chachas”, muy común en los centros de trabajo, dibuja de cuerpo entero a cada mexicano que la dice, y no son pocos.

Desde que Yalitza Aparicio, actriz de la película Roma, fue nominada, los comentarios racistas y clasistas no dejaron de caer, en cascada, hasta el día de la premiación, especialmente de la propia comunidad de actores e intérpretes: intentos de boicot, insultos y chistes se convirtieron en el pan de cada día.

Esa es la sociedad en la que vivimos. No hemos avanzado. Todavía escuchamos en las empresas: “Se fue como las chachas”, “préstame a tu muchacha”, como si esa joven a la que se refiere no tuviera derecho a tener un nombre o pudiéramos ser propietarios de una persona y prestarla, como su se tratara de un objeto.

La situación que nos retrata Alfonso Cuarón respecto de la situación de las trabajadoras domésticas es vigente. Aunque se han hecho algunos esfuerzos, no se ha logrado mejorar su condición laboral.

El sector de trabajadoras domésticas es uno de los más vulnerables en México: son víctimas de abuso, no sólo en horarios, pues trabajan de sol a sol, son afectadas por la violencia, y la inmensa mayoría no cuenta con seguridad social, no el más mínimo derecho laborales.

Ese miedo de perderlo todo por estar embarazada que suelta Cleo cuando habla con su patrona, es la realidad de muchas jóvenes que se dedican al trabajo doméstico: “¿Mmme va a correr?”.

#¿LoboEstásAhí?

Con credencial en mano, un grupo de individuos que presentaron credenciales falsas ( con una dirección que no existe), ingresaron a algunos edificios habitados del Centro Histórico y les pidieron información sobre los propietarios.

Los individuo no sólo se llevaron datos, sino también fotos de las boletas prediales.

Al principio no había duda, los vecinos de los departamentos creían que había sido una autoridad quién solicitó la información, pero la dirección de las credenciales del supuesto personal de Finanzas de la Ciudad de México, es falsa. Ahí no hay nada.