El presidente Andrés Manuel López Obrador se apresta a presentar su informe por los primeros 100 días de Gobierno, para lo que ha realizado reuniones diarias con los integrantes de su gabinete, y adelanta que la información que presentará será de gran trascendencia.

¿Pero qué puede lograr un Gobierno a poco más de tres meses de inicio?, ¿de dónde surge la necesidad de hacer un corte de caja en ese periodo?
En 1933, el Presidente de Estados Unidos, Franklin Roosevelt, hizo un informe por los 100 días de arranque de su gobierno. El objetivo era dar a conocer medidas económicas radicales para reactivar la economía tras los embates del periodo de la Gran Depresión. A partir de ese evento, el ejercicio de comunicación ha sido replicado por mandatarios de todos los países con finalidades diversas.

López Obrador inició su mandato meses antes de haber tomado protesta, y una vez que se convirtió en el Presidente constitucional ha mostrado impaciencia en dar a conocer resultados. Sin embargo, cuando aún no se han puesto en marcha gran parte de los programas de Gobierno, y en la mayoría de las dependencias se realizan auditorías para determinar su continuidad o desaparición, los resultados son magros, situación completamente explicable.

El mayor impacto de los 100 días de Gobierno se ha registrado en el modelo de comunicación. Nada se ha transformado tan drásticamente como la forma en que el Gobierno informa sobre sus acciones.

La centralización de la información a través de una oficina de comunicación social subordinada a la Presidencia de la República y el adelgazamiento de las estructuras de este tipo en las dependencias federales reforzaron la figura del vocero único, es decir, mientras López Obrador ofrece conferencias diarias en donde opina, sugiere, informa o destaca los datos de mayor beneficio a su gestión, las Secretarías de Estado y sus titulares callan, y sólo se pronuncian bajo la supervisión y con la autorización del mandatario.

El hallazgo de manuales de “abucheos” y coros para eventos cuyos gobernadores son de oposición o instructivos para “enfrentar a un periodista”, creado en la Secretaría de Cultura, junto con el apoyo de ejércitos de cibernautas cuya actividad se enfoca en efectuar ataques contra reporteros, académicos y actores sociales y políticos que cuestionen o critiquen al Gobierno y su cuarta transformación, acallan el pensamiento o la expresión contraria o, cuando menos, la inhiben.

A estas herramientas comunicativas habría que sumar el spot “publicitario” de la Secretaría de Turismo, en donde lejos de elaborarse una pieza de comunicación en la que se busque informar o rendir cuentas, se elabora una de propaganda, cuyo evidente foco es la creación de una lealtad férrea e incondicional a través del uso de emociones y contraste, lo que se presenta en sintonía con enunciados como “las calificadoras son hipócritas”, “las organizaciones civiles no lo son” o “la prensa fifí y los conservadores”; elementos que unidos constituyen el flujo circular de los mensajes y se conforma el modelo comunicativo de los 100 días de gobierno de López Obrador.