La mesa de diálogo entre la oposición y el Gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua vive horas de crisis, luego de un encontronazo el sábado pasado, cuando las autoridades detuvieron -para después liberar- a más de un centenar de manifestantes.
Con apenas una decena de reuniones concretadas desde el pasado 27 de enero, el grupo de trabajo del cual se prevé, entre otros objetivos, lograr la liberación de cientos de presos políticos, está ahora en riesgo de perecer, así como todos sus esfuerzos.
La opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia de Nicaragua exigió al Gobierno demostrar «voluntad política» para continuar el diálogo, al tiempo que condenó la represión del sábado contra los manifestantes.
Señalaron que la violenta represión de Ortega y la vicepresidenta, Rosario Murillo, se dio contra manifestantes pacíficos «que sólo ejercían su derecho constitucional» de manifestarse.
Por su parte, el gobierno difundió una carta en la que califica a la marcha convocada para el sábado de “inconcebible, contradictoria e insólita”, y que se trató de una provocación y alteración del orden público.
El conflicto estalló el 19 de abril de 2018, ante medidas económicas impuestas por el régimen de Ortega. En las prisiones permanecen centenares de opositores, entre ellos estudiantes, campesinos y periodistas, los cuales han sido acusados de terroristas, algunos condenados hasta con cien años de cárcel.
LEG