Con la entrada del nuevo siglo, México inició un período de transición democrática que aún sigue su curso y donde también se encuentra en etapa de construcción un sistema político en el que la pluralidad ideológica pueda expresarse, convivir y competir de manera libre, ordenada y democrática.

Durante ese lapso se ha ido articulando un nuevo entramado institucional, que aún hoy se encuentra en proceso de ajuste. No obstante esos avances, aún quedan asignaturas pendientes por revisar, ajustar, modernizar y/o democratizar.

Una de ellas tiene que ver con la materia laboral y sindical, que si bien en años recientes habían sido abordadas, las reformas no iban al fondo del problema. Simplemente, y a manera de ejemplo, no se cumplieron los tiempos señalados en la reforma constitucional de 2017, en materia de justicia laboral, que disponían deberían realizarse las adecuaciones legislativas en febrero de 2018, plazo que evidentemente no se cumplió.

Correspondió a la 64 Legislatura de la Cámara de Diputados realizar, la semana pasada, las modificaciones a la Ley Federal del Trabajo, del Infonavit, del IMSS, la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación y a la Ley Federal de la Defensoría Pública en materia de justicia laboral, libertad sindical y negociación colectiva, que consideran la igualdad de género y el empoderamiento de los trabajadores, entre otros aspectos.

De las reformas aprobadas y turnadas al Senado para su deliberación, quiero destacar algunos temas que me parecen esenciales. El primero tiene que ver con la democracia sindical, que considero es punto clave y de gran envergadura. La reforma laboral reconoce el derecho de libertad sindical y la libre sindicalización. Además, establece procedimientos de elección de dirigentes y secciones sindicales a través de un ejercicio libre de voto personal, secreto y directo. Sobre este simple aspecto, que se consideraría como obvio en una democracia desarrollada, en México apenas nos estamos acercando, si la Cámara de Senadores da su voto aprobatorio.

Por otra parte, la reforma laboral cambia el término de trabajadores domésticos por trabajadores del hogar, y establece como obligación del patrón inscribir a la parte trabajadora al IMSS y pagar las cuotas correspondientes.

En materia de igualdad de género, las modificaciones a la Ley Federal del Trabajo exigen respeto para las libertades y dignidad de los trabajadores, y reconoce la igualdad entre hombres y mujeres ante la ley, además de establecer que el trabajo debe efectuarse en condiciones que aseguren la vida digna y la salud para las y los trabajadores y sus familiares dependientes.

Éstos son algunos indicadores de una ruta virtuosa que veo importante destacar y apoyar.