Los intereses que mueven a los delincuentes a asesinar un periodista no están muy claros en México, a pesar de la reiterada acción cometida contra ellos. Hasta el momento no existe una investigación global que pueda acercarnos a las causas o las personas que pueden verse afectadas por la labor periodística de quienes han muerto y también de quienes han amenazado.
La verdad es que, a pesar de ser un grave problema para el país y un atentado contra la democracia, se ha trabajado muy poco desde el lado de los especialistas sobre el tema de los asesinatos de los periodistas, la mayoría siguen impunes.
La pasividad de los sexenios anteriores sobre este tema, dejó una inercia que resulta complejo desarticular para entrar de lleno al estudio profundo de cada caso y de la posibilidad de encontrar similitudes importantes, como diferencias evidentes en cada caso que puedan conducir a la definición de sus causas.
Es por ello que Carlos Domínguez Ramírez, hijo del periodista Carlos Domínguez Rodríguez, exigió justicia al presidente Andrés Manuel López Obrador por el asesinato de su padre, ocurrido el 13 de enero de 2018 mientras investigaba una red de desvíos a través de empresas fantasma en donde estaba involucrado Carlos Cantú Rosas, expresidente municipal de Nuevo Laredo.
Los mecanismos de protección deben ser preventivos. Sin embargo, los embates que han segado la vida de los periodistas no siempre han encontrado resistencia entre los responsables de salvaguardar la integridad de los comunicadores.
El hijo del periodista asesinado denunció ante López Obrador omisiones en la investigación conducida por la Procuraduría General de Justicia del estado de Tamaulipas, por lo que solicitó apoyo para dar con el paradero de Carlos Cantú Rosas, señalado como autor intelectual del homicidio y de quien no se sabe nada. Además solicitó al Presidente que se le retirara a la hermana del presunto autor intelectual del homicidio, Carmen Lilia Cantú Rosas, la candidatura a la presidencia municipal de Nuevo Laredo, Tamaulipas, misma que ocupó por el PAN de 2013 a 2016.
Domínguez dijo que tiene miedo de posibles represalias en su contra y explicó que apenas hace unos días, uno de los seis detenidos por el caso murió en situaciones “muy extrañas” dentro de un penal, por lo que dicho suceso podría formar parte del entramado de impunidad y protección a los actores políticos involucrados en el crimen.
El caso de Carlos Domínguez Rodríguez, no es aislado. Ni es el único atentado contra un comunicador en los últimos años. Todo lo contrario, se dice que uno de los países más peligrosos para los periodistas es México. Ante esta situación surge un mecanismo de protección para los defensores de Derechos Humanos y para periodistas que ha detenido la matanza, pero en cuyo cobijo no están todos los que son, ni son todos los que están.
La violencia en México es producto de diferentes factores; sin embargo, la agresión a los periodistas tiene orígenes desconocidos que durante mucho tiempo trataron de distorsionar.
Prácticamente a los pocos minutos de un atentado, a la víctima se le relacionaba automáticamente con el crimen organizado o se decía que lo habían matado o desaparecido por un lío de faldas. La poca autoridad moral de las instituciones y sus funcionarios en meses pasados permitieron que la impunidad se prolongara como una invitación a seguir asesinando comunicadores.
En cada muerte de un periodista el gobierno de aquel entonces sentía un gran alivio porque dejaba pasar el tiempo para iniciar investigaciones, cuando se iniciaban, porque no en todos los casos ha habido investigación.
Cuando el periodismo se ejerce sin compromisos que no sean la verdad es un peligro para las administraciones que ocultan algo, y en el sexenio pasado no hubo lugar donde se manejara dinero que no hubiera un desvío de recursos, o su desaparición, como se ha comprobado a cada paso que el actual gobierno advierte un faltante como huella de la depredación de los malos funcionarios públicos.
La actividad periodística se convierte en un peligro para todo gobierno, desde luego cuando se cumple con la regla principal de este oficio que es la de decir la verdad; sin embargo, hay periodistas a quienes todavía les pagan por callar lo que saben y a otros por mentir. Esos son los comunicadores que hacen daño a la sociedad y deterioran innecesariamente la imagen de un gobierno sinrazón. En realidad todavía hay muchos mercenarios en la comunicación de México, que deben retirarse por respeto a sí mismos.
La protección a los periodistas es una responsabilidad de todos, pero principalmente del gobierno, que adoptó, muy tardíamente por cierto, la posición de proteger a los comunicadores; sin embargo, cuando un periodista cumple cabalmente con su responsabilidad debe tener garantizado el libre desarrollo de su trabajo, porque a veces hasta la protección a los periodistas puede convertirse en un obstáculo o en parte de la censura.
PEGA Y CORRE.- Bien se dice que alabanza en propia boca es vituperio, y ahora se confirma toda vez que el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, aseguró sin ningún rubor que el organismo que encabeza, es la institución más eficaz de todo el Estado mexicano, además de que afirmó, es la que más apertura hacia la ciudadana ofrece, ya que ha logrado ganarse la confianza tanto de civiles como de los actores políticos. La verdad es que el IFE, ahora INE, no goza de credibilidad ni es una institución en la cual los mexicanos puedan confiar. No ha habido elección, desde hace más de 25 años, en la que no haya serias dudas sobre su resultado, a menos que la diferencia de votos sea muy amplia. En las decisiones, las multas, los fallos y hasta en el conteo de los votos, el INE deja mucho que desear… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.