La agresión de un grupo criminal de los huachicoleros a una partida de la Marina-Armada de México puso a prueba, en sentido negativo, la obsesión de poner los derechos humanos por delante de las acciones criminales.

En el boletín oficial, la Secretaría de Marina explicó el ataque con armas de fuego, y a renglón seguido afirmó que la respuesta castrense fue “con base en el Manual del Uso de la Fuerza de Aplicación Común de las Tres Fuerzas Armadas”. El saldo fue un marino muerto y tres heridos.

El boletín oficial no explica si los marinos se abstuvieron de responder el ataque o si las armas de los criminales eran superiores o porque al final de cuentas nadie en las Fuerzas Armadas quiere vérselas con derechos humanos.

Lo inquietante en fuentes de seguridad pública radicaría en el hecho de que las fuerzas de seguridad han preferido atarse las manos, mientras los grupos criminales atacan sin piedad y masacran civiles como en Minatitlán, Salamanca y otras partes.

El orto dato revelador es importante: la Marina invocó un vigente manual de uso de la fuerza, mientras en el Senado se discute una iniciativa de ley de uso de la fuerza que tiene el aval de la ONU.

Los inspectores de la ONU pueden estar tranquilos con las nuevas fuerzas de seguridad de México porque aquí van a preferir que asesinen a policías y miembros de las Fuerzas Armadas con tal de no violentar los derechos humanos. No estaría mal que la señora Michelle Bachelet, comisionada de la ONU para DH, fuera a la casa de la familia del marino asesinado por huachicoleros para felicitar a la viuda o los parientes porque cumplieron con el compromiso de no abusar de la fuerza, mientras el abuso criminal de las bandas volvió a dañar a la familia de un sacrificado marino.

Lo ocurrido en Minatitlán y Puebla adelanta que los criminales van ganando.

Zona Zero

El ataque de una banda criminal en Minatitlán contra policías federales después de la captura del presunto delincuente Adrián N. el Pelón, sospechoso de la masacre del 19 de abril y miembro del Cártel Jalisco Nueva Generación, está anunciando una nueva fase de la guerra contra el crimen organizado. Y no por ofensiva gubernamental, sino por escalada de violencia de las bandas.

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