La buena, que la Copa Mx ya sólo será una vez al año. La mala, que seguirá alejada de los preceptos medulares que hacen copa a toda copa.
Así que continuaremos con ese soporífero disfraz de liga, una ronda preliminar que poco o ningún interés supone. Ahí lo mismo da empatar o perder un par de veces, sabedores de que hay redención posible con un ligero acelerón en las jornadas finales. Quien vaya al estadio sabe a lo que se atiene:
una calidad paupérrima, indigna de nuestro futbol, excusa para la irregularidad y falta de excelencia.
Justo lo opuesto a lo que una copa desencadena en Europa, donde un momento de distracción sentencia incluso al más pudiente y glamuroso. Si en la copa tradicional no existe mañana, en la mexicana hay hasta moratoria de varias semanas.
Quienes promueven el esquema Mx aseguran que así se encuentra el marco para debutar y consolidar a más promesas (al menos eso me decía José Luis Higuera la última vez que hablamos al respecto). En contra de su optimismo, al cabo de varios años de copas saturadas de duelos irrelevantes, las cifras de jóvenes mexicanos en la liga son bajas. Como muestra, semifinales en las que entre los dos contendientes no totalizaban ni seis mexicanos en la cancha.
No nos engañemos. Si se pretende desarrollar más talento nacional, hace falta mejorar cada fase del proceso de producción: desde la detección hasta la consagración, padecemos tales vacíos que quien llega es más pese al sistema que por el sistema.
Sin embargo, en vez de concentrarnos en tantos males que rodean a la gestación de piernas de élite, se pretende que dirijamos la mirada a un certamen nacido como aberración.
Desde que C.W. Alcock fundó en 1871 lo que iba a ser la Copa FA en Inglaterra, su fundamento básico se basaba en el boxeo: torneo del nocaut, quien pierda queda eliminado.
Ya después iniciaron algunas deformaciones, como los españoles incrustándole ida y vuelta a lo que siempre ha de ser a partido único en la casa del más humilde. Por si no bastara con nuestra absurda fase de grupos, en México ahora tendremos las dobles rondas eliminatorias. Lo único que funcionaba en nuestro sin-sentido (duelo único desde octavos de final), ya tampoco existirá.
Para colmo, la disminución a una copa anual no obedece a buscar una mayor calidad, sino a acercarse al mercado estadounidense. Y, como ya hemos dicho antes, en el futbol entre más vemos hacia el norte, menos priorizamos el balón.
Twitter/albertolati