Hay dos oficios que requieren una súper especialización y sobre todo formación específica: el de médico y el de policía. Los demás pueden improvisarse.

Ahora que la inseguridad y la violencia ha aumentado en Ciudad de México, un dato salta a la vista: desde 1964, la jefatura de policía de la capital de la república ha tenido sólo dos jefes de formación policiaca: Arturo El Negro Durazo Moreno (1976-1982).  formado en la judicial federal y en la Federal de Seguridad y Raymundo Collins (julio-diciembre 2018), cincelado en la judicial federal y con cursos de especialización en el FBI.

Durazo potenció la criminalidad en el DF porque jefaturó a las bandas criminales y Collins bajó la delincuencia al poner en marcha programas profesionales de combate a la inseguridad.

En la policía del DF estuvo el caso de Marcelo Ebrard Casaubón, cesado por el presidente Fox por incompetente; y hoy uno de sus funcionarios es el actual secretario de Seguridad Pública, al cual se le acredita el repunte de la inseguridad en apenas seis meses.

Por la capital han pasado, también militares, bajo la suposición de que la disciplina castrense podría arreglar la inseguridad. Pero fue a un militar, al general Enrique Salgado Cordero, al que se le fue el control de sus policías en 1997 y perdió por un operativo mal operado en la Colonia Buenos Aires.

En los veintiún años de gobiernos perredistas en la capital ha habido tres jefes policiacos a una media de año y medio por cada uno. En el sexenio de López Obrador en el DF hubo cuatro jefes policiacos.

Improvisación, designaciones de complicidad, corrupción, estrategias sacadas de la chistera y sobre todo la seguridad como trampolín político están detrás del fracaso en seguridad en el largo periodo 1964-2019.

Y lo mismo se reproduce en estados y municipios.

 

Zona Zero

Listas las leyes secundarias –que en realidad son primarias y vitales para la estrategia nacional de seguridad pública– para el funcionamiento de la Guardia Nacional, ahora viene el tiempo corto y presionado para las policías locales. Y ahí el gobierno federal se está topando con una pared por la negativa, en los hechos, a certificar policías. Pero sin locales, la GN carecerá de viabilidad real.

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad