Dicen que los viajes ilustran, pero el presidente López Obrador no lo considera necesario.

El Presidente tuvo ayer una videoconferencia con el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, a quien pidió sumarse a la campaña para llevar Internet a todo el país.

El tema es que López Obrador señaló que no es necesario “salir al extranjero’’ para abordar temas de interés nacional.
Pero no es así.

La globalización de los problemas obliga a los mandatarios a viajar para instruirse, para dar a conocer los problemas locales y para sumar simpatizantes a su causa, entre otros.

Zuckerberg tuvo el detalle de responder a una videollamada, pero es un garbanzo de a libra.

Ninguno de los mandatarios del poderoso G-20 aceptará tratar temas globales o de interés común a través de una videollamada.

No sólo es un tema de seguridad, sino de sentido común.

El Presidente que no se suma personalmente a la discusión de los temas globales no sólo perjudica a su Gobierno, sino a su país.

México no es una isla; tiene como principales socios comerciales a Estados Unidos y Canadá y su posición en el mapa es privilegiada; podría sacarle mayor provecho si la interlocución con las potencias mundiales fuera otra.

Pero no, por el momento tenemos un Gobierno casi aldeano –la explicación sobre lo que él considera cultura, dada ayer en la conferencia mañanera es una muestra-, agazapado en un intento de modelo económico y político que ha hecho que el país pierda atractivo y capacidad de interlocución.

No lo decimos nosotros, ahí están las cifras que hablan de cómo se ha detenido la inversión privada –nacional y extranjera- provocando que estemos a días de anunciarse el inicio de una recesión.

En vez de reunirnos con los 20 Jefes de Estado y Gobierno más poderosos del mundo, seguimos haciendo actos de campaña en los estados.

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Ha quedado más que claro que la reforma electoral que propone Morena no tiene nada que ver con el ahorro de dinero, sino con la posibilidad de que se controlen las elecciones desde el Gobierno.

Para eso hay que desacreditar al Instituto Nacional Electoral (INE), a sus consejeros, a su presidente, Lorenzo Córdova, y hay que presentarlos como parte de la mafia del poder que se niega a dejar sus millonarios privilegios.

Atizarle a una campaña en redes en la que se les insulta y degrada, sin tener el mínimo conocimiento de la aportación del INE –antes IFE- a la democracia del país.

Los consejeros han presentado argumentos en contra de la reforma propuesta por Morena, pero quién sabe si sean suficientes para evitar que el país retroceda, nuevamente, otros 40 años.

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Pues si, con la austeridad han topado los trabajadores de la Cámara de Diputados.

Ayer fue emitido un oficio por parte del titular de la Secretaría de Servicios Administrativos y Financieros de San Lázaro, en el que anunciaba la racionalización del gasto en energía eléctrica.

Esto implica que sólo permanecerán encendidas el número de luminarias o lámparas mínimo para ver por dónde caminan trabajadores y diputados.
Además, se anunció “la revisión de equipos electrodomésticos’’ que le generan un gasto extra a la Cámara.

En castellano, eso quiere decir que los trabajadores tendrán que sacar sus hornos de microondas, sus grabadoras, ventiladores, minirrefrigeradores y televisiones que ya no podrán usar en San Lázaro.

Así que la medida restrictiva terminará por beneficiar a fondas y tiendas establecidas afuera de la Cámara de Diputados.

Hasta el momento, el sindicato no ha dicho ni pío.

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