Eso de andar defendiendo al peso como un perro no le quedaba ni al populista de José López Portillo, cuando la paridad cambiaria estaba fija, porque dejó una moneda devaluada.
Otra vez, un Presidente de México se quiere casar con la paridad cambiaria y presume la fortaleza del peso frente al dólar como un triunfo de la 4T.
Andrés Manuel López Obrador, que tanto dice detestar el neoliberalismo, echa mano de las mejores tácticas de los tecnócratas para presentar los datos estadísticos a su conveniencia.
Como aquella de las ventas de las tiendas de autoservicio y departamentales. Presume un robusto aumento de las ventas de 5.4% durante mayo, pero no aclara que cada mayo, de cada año, suben las ventas por aquello del Día de las Madres.
Pero con el tipo de cambio hace también un ejercicio similar, de cortar un pedazo de la información estadística para presumirla como un logro de su administración.
Dice el Presidente que durante su mandato, iniciado formalmente el 1 de diciembre de 2018, el peso mexicano es la moneda que más se ha apreciado frente al dólar.
Veamos. Cuando López Obrador armó su verbena popular en el Zócalo para asumir la Presidencia, la cotización interbancaria del día hábil siguiente estaba en 20.16 pesos por dólar. Para su pachanga del primer aniversario de su triunfo se necesitaban 19.12 pesos por cada billete verde.
Sí, hay una apreciación de más de 5% en este lapso. Pero hay que observar los otros datos que tienen que ver con el comportamiento cambiario durante los tiempos del Gobierno de facto, previo a la toma de posesión, de López Obrador.
Antes de la aberrante cancelación del aeropuerto de Texcoco y del lance autoritario de Ricardo Monreal de pretender, desde el Senado, que los bancos regalaran su trabajo, la paridad estaba en 18.80 pesos por dólar. Y quiéranlo o no los que hacen las cuentas oficiales, pero eso le pegó al tipo de cambio que subió casi hasta los 21 pesos por dólar.
Pero más allá de acomodar las estadísticas a conveniencia para presumir, como neoliberal, un indicador que no es muestra de éxito gubernamental, hay que ver qué es lo que mantiene la moneda revaluada.
A la larga lista de factores externos, sobre los que no hay control, como el bajo costo del dinero en Estados Unidos, hay que sumar un hecho interno que sí que ayuda a la divisa nacional a estar fuerte: las tasas de interés internas.
México es esa nación que no goza de un crecimiento dinámico, pero tiene una macroeconomía estable, por ahora, que tiene elevadas tasas de interés, con un riesgo país aceptablemente bajo y con la posibilidad de entrar o salir de sus mercados con un simple botón.
Es un paraíso para los capitales financieros. Pero el boleto de entrada a esta fiesta de las altas tasas de interés se vende en pesos mexicanos.
Cuando el costo del dinero invita a hacer negocios financieros y no a invertir en negocios que generen empleos, vale la pena preguntarse si realmente es algo para presumir.