Se le conoce como ‘El Plato‘ (‘The Dish‘) y se eleva por encima de un prado indescriptible en la Australia rural. Sin él, cientos de millones de personas nunca hubieran visto las imágenes, que han marcado a una generación, de Neil Armstrong caminando en la Luna hace 50 años.
Se estima que 600 millones de personas en todo el mundo aguantaron la respiración el 20 de julio de 1969, mientras esperaban ver en sus pantallas de televisión a Armstrong salir del módulo lunar Apolo 11 y entrar en los libros de historia.
Mientras, en la Tierra, David Cooke, el ingeniero principal del radiotelescopio del Observatorio Parkes en el sudeste del estado de Nueva Gales del Sur, a unos 360 km (225 millas) al oeste de Sydney, comenzó su jornada laboral como cualquier otro día.
El Observatorio Parkes fue una de las tres estaciones de seguimiento, con Goldstone en California y la estación de Honeysuckle Creek en la capital australiana, Canberra, encargadas de transmitir imágenes en vivo de la caminata lunar al mundo.
A Cooke sólo le preocupaba hacer su trabajo correctamente y asegurarse de que no se perdiera la señal.
En Estados Unidos, la sala de control de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) iba cambiando la señal entre las tres estaciones de seguimiento y pinchó la señal de Parkes a los ocho minutos de la transmisión.
La NASA encontró la calidad de las imágenes de Parkes tan superior que se mantuvieron con la señal del observatorio de allí, apodado ‘El Plato’, durante el resto de las horas de transmisión.
“Fue después de que terminamos el seguimiento cuando bajé, salí del telescopio, miré hacia arriba y vi la Luna”, recordó Cooke, ahora con 87 años y oficial al cargo del observatorio.
“Fue entonces cuando me di cuenta de que esto era algo asombroso, que había un hombre, dos hombres caminando sobre la Luna, y un tercero allá también”, dijo.
El radiotelescopio Parkes de la Organización de Investigación Científica e Industrial del Commonwealth (CSIRO) fue inaugurado oficialmente en octubre de 1961 y, con un diámetro de 64 metros, sigue siendo uno de los mayores telescopios de un solo plato dedicados a la astronomía en el hemisferio sur.
‘El Plato’,sigue siendo usado por astrónomos de todo el mundo.
Las continuas actualizaciones lo mantienen a la vanguardia de la radioastronomía. El telescopio es ahora 10 mil veces más sensible que cuando se puso en servicio.
Las mágicas imágenes transmitidas a todo el mundo en 1969 también cambiaron la vida de un niño de seis años que, junto con sus amigo, vio las imágenes sentado en el frío suelo de madera de su aula de Sydney.
“Me he dado cuenta de que realmente fue el momento en que empecé a pensar en la astronomía”, dijo John Sarkissian, ahora el científico de operaciones del telescopio CSIRO.
“En ese momento no tenía ni idea de que cincuenta y tantos años más tarde estaría trabajando en el lugar que recibió esas imágenes de televisión”, dijo.
jhs