Boston, Massachusetts.- No cabe duda que la administración Trump pasará a la historia como uno de los episodios más complejos de la vida pública estadounidense, tanto en el plano interno como en el escenario internacional. Aún más si se cumplen las previsiones que colocan al actual Presidente como posible ganador de los comicios de noviembre del próximo año.

Antes y después de llegar a la Casa Blanca, Trump ha sido disruptivo y errático, convertido en un experto de la confrontación. Su forma de gobernar ha venido a trastocar el quehacer político de este país, aunque las mismas distorsiones que él ha generado son las que le han permitido transitar de manera ciertamente exitosa en estos tres años de Gobierno.

Una de las razones que explican sus amplias posibilidades de mantenerse en el poder radica en una certera política económica que se traduce, al día de hoy, en crecimiento sostenido, creación de empleos, inversión y una inflación abajo de los rangos establecidos por el banco central norteamericano.

Trump ha sido lo suficientemente astuto para romper con las formas tradicionales de hacer política sin trastocar los fundamentos macroeconómicos que han permitido a Estados Unidos mantener el dinamismo y a su Gobierno la posibilidad de vislumbrar la reelección.

Las cifras difícilmente podrían desmentirlo. El 2018 fue un año de buenos resultados, con un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de 2.9%. El balance de los seis primeros meses de este año no es desalentador. El primer trimestre estuvo marcado por un incremento de la actividad económica de 3.1%, mientras que en el segundo se registró un aumento de 2.1%, si bien un punto porcentual por debajo del periodo anterior, por encima de las previsiones de los analistas que se ubicaban en 1.8%.

La creación de empleos no se ha detenido bajo el gobierno Trump. En abril pasado, la tasa de desocupación se colocó en 3.6%, la más baja desde diciembre de 1969. El dinamismo se ha traducido igualmente en un aumento sostenido de los salarios, 1.6% en los tres primeros meses de este año.

El clima de crispación que el propio Trump ha fomentado dentro y fuera de sus fronteras, la permanente confrontación con sus opositores, medios de comunicación, élites y antiguos aliados comerciales contrastan con los resultados de su política económica.

Estados Unidos cumplirá a fines de este julio, 120 meses de crecimiento consecutivo. Sin duda, se trata de una herencia de administraciones pasadas que sentaron las bases para mantener el dinamismo de esta nación. La receta Trump ha sido clara: no alterar los fundamentos macroeconómicos que pudieran romper con esta inercia.

Por muy disruptivo que parezca, el mandatario norteamericano sabe perfectamente que la política tiene límites y éstos se encuentran en la economía. A diferencia de lo que otros Presidentes piensan.

Segundo tercio. Los operativos de control migratorio ordenados por Donald Trump no sólo se perciben en las calles de las principales ciudades norteamericanas. También en las empresas. La semana pasada, tres mil 300 firmas de este país recibieron avisos de inspección por parte de la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas.

Tercer tercio. Han sido bien recibidos en Estados Unidos los reiterados anuncios de la cancillería mexicana sobre la reducción de los flujos migratorios hacia el vecino del Norte; 39% menos, dio a conocer el titular de la dependencia, Marcelo Ebrard.