Vistas las cifras a las que es posible acceder vendiendo talento futbolístico, parece absurdo que tan pocos proyectos mexicanos estén enfocados en producirlo o, al menos, en hacerlo de forma eficiente.
Sobre todo, asumiendo que la prioridad de la Liga Mx no es otra que generar ganancias económicas –de otra manera resultaría inentendible que se gire con tanto ahínco hacia Estados Unidos al grado de desdeñar certámenes como Copa Libertadores a nivel de clubes y Copa América en selecciones.
Sin embargo, lo que gusta aquí es el negocio inmediato, casi por generación espontánea, nada de planificar, invertir, analizar, esperar.
¿Cuánto han facturado Pachuca y América por sus exitosos modelos de fuerzas básicas? Mucho más que lo que la mayoría se conforma con ingresar en torneítos y cotejos amistosos al norte de nuestra frontera, aunque ciertamente con mayor esfuerzo y dedicación.
En el pasado semestre, dos futbolistas mexicanos se han convertido en los más caros de la historia para sus respectivos clubes: Raúl Alonso Jiménez con Wolverhampton e Hirving Lozano con Nápoles. En ambos casos, transferidos desde Europa, con lo que el ganón de la operación ha sido quien en última instancia se desprendió de ellos. No obstante, la visión de Jesús Martínez al soltar al apodado Chucky da pistas de cómo se debe manejar este modelo de negocio: sacrificando algún millón de dólares en la venta inicial, a cambio de reservarse un porcentaje de la futura transacción. Así, hoy Pachuca ingresa casi diez millones de dólares cortesía del fichaje de Lozano.
Algo similar ha hecho el América en la partida de Diego Lainez a España, comprendiendo la juventud del jugador y su potencial de crecimiento.
¿Cuánto cuesta anualmente un genuino modelo de detección, desarrollo y consolidación de promesas? Evidentemente, mucho menos que lo que Chucky ha dejado al Pachuca (o Héctor Herrera, o Erick Gutiérrez, o, aun sin salir de México, Rodolfo Pizarro) y mucho menos que lo que el América ha cobrado por Raúl Jiménez, Diego Reyes, Edson Álvarez, Diego Lainez.
Ya si los demás clubes creen que el camino es adquiriendo cinco extranjeros al año, repartiendo comisiones por medio Sudamérica y firmando cheques por talento formado en otros lados, pues ni hablar.
La llegada de Hirving Lozano al Nápoles por 46 millones de dólares es una gran noticia para el futbol mexicano. Más que la noticia, ojalá que se reciba la lección: no hay más futuro en el futbol, máxime cuando los traspasos se han inflado a tal proporción, que enfocándose en la labor en divisiones menores.
Twitter/albertolati