Las elecciones son un instrumento de democracia ciudadana, útil para renovar autoridades pero sobre todo para dar cumplimiento al precepto constitucional que señala que el pueblo elija su forma de gobierno. Atrás quedaron los tiempos en los que se cubría la forma, pero se desatendía el fondo, pero sobre todo se han subsanado los momentos en que se alteraban o acomodaban resultados, el tristemente famoso fraude electoral.
Es a partir de la entrada de este siglo cuando en México se han celebrado elecciones y logrado la alternancia en el poder, con estabilidad, sin conflictos y en caso de haberlos tengan un cause institucional. Finalmente la esencia del mandato de las urnas es acatar el fallo de los ciudadanos para la gobernabilidad democrática y el desarrollo de los pueblos. En resumen, no veo el menor ánimo de regresar a los conflictos electorales o poselectorales.
Lo anterior es a propósito de las recientes elecciones en el Estado de Baja California, en donde se ha generado un debate que me parece un tanto ocioso. Todo inicia con la intención de homologar los tiempos electorales de los comicios locales con los federales, rezago que es asignatura pendiente en algunas entidades del país.
En el caso particular de Baja California y el cambio constante en las reglas ha originado un problema que finalmente resolverá la máxima autoridad electoral, en el supuesto que así se recurra.
El ganador de los comicios es Jaime Bonilla candidato de Morena que, emitida la convocatoria, y en el momento de su registro, la norma señalaba que el periodo para la gubernatura sería de cinco años, apenas días posteriores se modifica esa disposición para fijarla en dos años. Situación que fue impugnada y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, tarda todo el tiempo de las campañas para emitir un fallo que confirma la modificación de los tiempos para quedar en dos años.
Son los diputados de esa entidad los que corrigen la controversia y reforman la constitución local, por vía de un transitorio, para enmendar y acabar con la polémica, fijando el período del gobernador en cinco años.
De todo este debate de argumentos y contra argumentos no se toma en cuenta el veredicto ciudadano, que teñido oportunidad de constatar, de no sólo ratificar su decisión de que Jaime Bonilla los gobierne, sino además lo haga por el periodo de cinco años. Es bueno que los comicios sirvan para la manifestación ciudadana, pero lo esencial es renovar gobiernos y alcanzar la gobernabilidad democrática. Así como ayer no se temió a la alternancia en el ejecutivo federal, no hay que temer que también de se dé en el ámbito local.