La travesía en Xochimilco comienza abordando una trajinera en la laguna de Tliliac, a lo lejos se alcanza a observar la pirámide fosforescente que se erige al centro de la chinampa, y que durante 26 años ha fungido como escenario del espectáculo: La Llorona del embarcadero de Cuemanco.
Las 80 trajineras son testigos de la presentación que este año lleva por nombre Tierra y libertad, en conmemoración a los 100 años de la muerte del héroe de la revolución, Emiliano Zapata, realizando un homenaje a su visión de defender, cuidar y valorar nuestra tierra.
De pronto se escucha el canto de María Ochoa La Rumorosa, quien da inicio al magno espectáculo realizado por 50 personas, entre staff y elenco.
Nayeli Cortés, quien por onceava ocasión hace el papel de Cihuacóatl o La Llorona, platicó con 24 HORAS sobre su experiencia a lo largo de los años: “Trabajar en un escenario no es lo mismo que trabajar en una chinampa, no cualquiera aguanta. Es por eso que 90% de la producción somo xochimilcas, estamos en nuestro ambiente”.
Los canales reciben más de mil 300 personas en cada show y hay días donde las funciones son dobles o triples. Las compañías de danza, música y actuación se encargan de dejar a Xochimilco en alto en cada una de las representaciones. La mayoría lleva más de cuatro años en este proyecto y en estas fechas dejan de ser historiadores, sociólogos, administradores, pedagogos y psicólogos, para convertirse en españoles e indígenas.
“Llegas siendo algo y te conviertes en otra cosa”, comenta la protagonista, pues ella misma ha sido testigo de cómo la producción se ha ido formando y han mejorado la calidad de los eventos gracias al trabajo constante, “yo digo que la llorona es la que nos jala, porque casi no han entrado nuevos y cuando entran, se salen”.
Los ensayos, la disciplina y, en palabras de La Llorona: “Todo el cariño a lo que hacemos, al lugar y a la familia que somos”, hacen que cada uno de los integrantes interpreten cabalmente su papel logrando que cada paso, baile y palabra cautive al público en todo momento.
El jugueteo de colores neón con las luces, los instrumentos prehispánicos y los danzantes emperifollados llenan el ambiente de vida y euforia. Los seis meses de preparación rinden frutos y todos los asistentes quieren tomar la mejor foto.
Viaja seguro
Respecto a la seguridad, a todos los espectadores se les da un chaleco salvavidas que deben llevar puesto en todo momento, además, ante cualquier situación de peligro, el embarcadero se encuentra listo para activar el protocolo de emergencia con lanchas a motor.
“Afortunadamente durante mi trayectoria jamás ha ocurrido un accidente, considero que es gracias a que hemos fomentado la cultura de la prevención cada año”, afirma Nayeli, quien aprovechó para agradecer al público por el respeto y cuidado que ofrecen al lugar en cada representación pues no dejan basura ni se comportan de manera inapropiada.
“Es un evento familiar en el que no se ha dejado de trabajar, ha sido paso a paso, además que ha cumplido sus objetivos pues ha hecho que el lugar sea respetado y conservado, aunque aún quedan algunas cosas por hacer”, dice con firmeza Cortés.
Uno de los factores más importantes para el éxito de la obra es que la producción es “acogida” por la chinampa, pues asegura Nayeli que en varias ocasiones han ocurrido “efectos especiales” patrocinados por ella. “A veces en pleno canto llega el aire fuerte y me levanta el velo, la gente me dice ‘ay, que padre se vio eso’, cuando en realidad nosotros no hacemos nada”.
Cuando la representación está por terminar, los sollozos de la protagonista envuelven a cada uno de los que están ahí. La música resuena fuerte ante el silencio del público que, incrédulo observa como La Llorona camina a la orilla y empieza a sumergir su cuerpo en las aguas oscuras de la laguna hasta desaparecer, dejando asombrados a todos.
La actriz dice que en esta y todas las escenas, se encuentra como “ajolote en el agua”, ella y su equipo han creado una familia.
Todo el elenco dice adiós sobre la gran pirámide. “No le cuenten a nadie lo que vieron, díganles que vengan a vivirlo”, concluye Nayeli. El público aplaude y vitorea mientras las trajineras emprenden el regreso al embarcadero a través del camino marcado por las antorchas que alejan poco a poco las luces y el sonido de la isla que, un año más pone al ojo público las tradiciones que no deben ser olvidadas.
La CDMX a través de la cultura popular
La Llorona del embarcadero de Cuemanco se presenta viernes, sábados y domingos, hasta el 17 de noviembre, en diferentes horarios. Cada boleto tiene un costo de $387 y están disponibles en la taquilla del evento y a través de Ticketmaster.
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