Los cambios de horario que se realizan dos veces al años en algunos países como México para ahorrar energía eléctrica tienen implicaciones clínicas relacionadas a un mayor riesgo de ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares isquémicos, así como otros efectos negativos de la privación parcial del sueño.
Así lo determinaron los investigadores Beth A. Malow, Olivia J. Veatch, y Kanika Bagai, en el estudio titulado “¿Los cambios de horario son malos para el cerebro?“, publicado este lunes en la revista médica JAMA Neurology.
Los efectos negativos ocurren debido a que el horario de verano elimina la luz brillante de la mañana que sincroniza críticamente los relojes biológicos del cerebro.
Con los cambios de horario, la duración promedio del sueño se reduce de 15 a 20 minutos para los adultos, lo que puede incrementar el riesgo de accidentes fatales.
“La gente piensa que la transición de una hora no es gran cosa, que pueden superar esto en un día, pero de lo que no se dan cuenta es que su reloj biológico no está sincronizado”, dijo Beth Ann Malow, del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt.
“No es una hora dos veces al año. Es una desalineación de nuestros relojes biológicos durante ocho meses al año. Cuando hablamos del horario de verano y la relación con la luz, estamos hablando de profundos impactos en el reloj biológico, que es una estructura enraizada en el cerebro. Afecta las funciones cerebrales, como los niveles de energía y el estado de alerta”, dijo la especialista.
Algunas personas pueden tener ritmos circadianos más flexibles y ajustarse rápidamente, mientras que otras son más sensibles.
Malow, quien además es experto en autismo y sueño, dijo que la transición afecta a algunos niños con autismo durante semanas y meses.