El domingo se cumplió un año de Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, y ese día hubo dos eventos, uno en el Zócalo, repleto por simpatizantes del mandatario, y una marcha convocada por opositores de AMLO.
La oposición, conformada en esta marcha por organizaciones civiles y partidos políticos, se expresó en contra del comunismo, en favor de Cristo Rey, y exigiendo la renuncia del Presidente por el bajo crecimiento económico y los resultados en materia de seguridad.
El discurso de los opositores podría ser poderoso si sus reclamos tuvieran un interlocutor con credibilidad. Pero los abanderados de este grupo son Jesús Ortega, del PRD y Gustavo Madero, del PAN, acompañados de Santiago Creel y Marko Cortés, presidente del PAN. Algunas reseñas hablan de la participación de Mariana Moguel, ex presidenta del PRI en la Ciudad de México.
Ninguno de los mencionados tiene un público cautivo que le siga por sus ideas. Su pasado reciente les niega credibilidad. Unos, por ser parte de eso que se conoció como Pacto por México y, por tanto, cercanos a Enrique Peña Nieto.
Ellos, los opositores, no han reconocido sus errores. Parece que la autocrítica no ha llegado a ellos. Y el tiempo de hacerlo se les acabó. El Gobierno al que se “oponen” avanza con ellos, sin ellos y a pesar de ellos.
El discurso presidencial que los nombra “derrotados moralmente” sí les ha bajado la autoestima y solo atinan a oponerse per se, sin proponer alternativas a las políticas del presidente López Obrador.
Lo más valioso de la marcha fue la presencia de miembros de la familia LeBaron, quienes manifestaron su deseo de justicia ante la masacre de sus esposas, madres, hijas e hijos.
La oposición partidista esta derrotada porque no encuentra el discurso, ni propuestas que ofrecer a los que decidieron no votar por ellos. Son vistos como verdugos, causantes de la desigualdad lacerante del México de los últimos 30 años. Por eso no tienen audiencia, nadie los oye y, así como van, no tienen remedio.
La Letrina. La familia de Karen recibió un mensaje que los preocupó. Ellos nos trasmitieron esa preocupación y respondimos como sociedad. Karen regresó a su casa viva. Pero hay mujeres, de todas las edades, a los que sus padres, esposos, hermanos e hijos siguen buscando. Algunas, por desgracia, han muerto o han sido víctimas de la trata de personas. No me importa que hizo Taren, está viva. Por eso, una y mil veces, con su nombre o el de otra #TeBuscamosKaren.