Las cifras de violencia criminal del cierre de 2019 deben ser analizadas con frialdad. El problema no radica en lo cuantitativo o el número de homicidios dolosos, sino en la persistencia de la dinámica delictiva a pesar de una muy completa estrategia de seguridad.
Y si la estrategia no es la que está fallando, entonces las autoridades federales deberían de hacer una revisión de su aplicación. Un dato puede ayudar a entender: la Policía Federal que era operativa en vigilancia y arrestos ya no funciona desde el 1 de enero, pero la Guardia Nacional no parece tener la prioridad de ejercer de policía operativa.
Y si a un año de distancia de la aprobación de la estrategia no se tienen tampoco resultados concretos positivos sobre la urgente y pospuesta profesionalización de las policías estatales y municipales, entonces los resultados cuantitativos están a la vista: las cifras mensuales siguen aumentando día a día y los medios se llenan de sucesos violentos en toda la república.
El año 2 de la estrategia de seguridad debe de incluir una evaluación sobre las razones, desde la perspectiva oficial, que han impedido una disminución de la inseguridad y la violencia. Y no se trata de un enfoque crítico, sino explicativo. El país nunca había tenido una estrategia de seguridad tan completa, pero con efectos reales menores.
En la república crece la exigencia para que la Guardia Nacional pase a la ofensiva de seguridad contra las bandas del crimen organizado y contra los grupos delictivos al menudeo. Los datos sobre la inseguridad ciudadana han sido mayores justamente en los delitos contra las personas y sus patrimonios, es decir, la delincuencia de fuero común.
La desaparición legal de la Policía Federal termina el periodo de organización de las instituciones de seguridad. Ahora falta que la GN responda a la exigencia ciudadana de combatir las bandas delictivas de fuero común que están alimentando las quejas de los ciudadanos.
Zona Zero
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Guanajuato, Tamaulipas y Michoacán se presentan como los grandes desafíos de seguridad por la escalada de violencia que ha rebasado a las autoridades locales y que no encuentra dique de contención en la Guardia Nacional. Ahí parece ser necesaria una nueva estrategia local contra los grupos delictivos sin control.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
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