Madrid. Red Hot Chili Peppers ha echado esta noche el telón a la tercera edición de Rock in Rio Madrid acompañados de sus más conocidos éxitos y haciendo vibrar a los miles de seguidores que han acudido también a disfrutar de otros artistas como “Incubus” o “Deadmau5”

 

Los californianos han aterrizado en la capital con sus mejores galas y dando sentido a la denominación del festival de música que, según datos de la organización, ha conseguido reunir a 180 mil asistentes entre sus cuatro jornadas.

 

Red Hot Chili Peppers, que ha regresado a Madrid tan sólo siete meses después de colgar el cartel de completo en el Palacio de los Deportes, volvía con las pilas puestas y con “Monarchy of Roses”, de su álbum “I’m with you”, como primera insignia de su concierto de esta noche.

 

La última jornada de Rock in Rio comenzaba con la actuación del grupo punk “Gogol Bordello” que, con sus raíces balcánicas, amenizó a los cientos de asistentes que comenzaban a agolparse en torno al imponente Escenario Mundo.

 

Con un popurrí de canciones de sus anteriores trabajos, entre los que destacan, “Break the spell” o “Immigraniada”, de su quinto álbum, “Transcontinental Hustle”, los neoyorkinos decían adiós a la ciudad de Arganda del Rey rumbo a su próximo concierto en Argelès-sur-Mer (Francia).

 

Tras ellos, les tocó el turno a los californianos de “Incubus” que, ya entrada la noche, presentaron a sus seguidores españoles su sexto disco, “If not now, when”, editado cinco años después del lanzamiento de “Light grenades”, presente también en su concierto.

 

Su líder, Brandon Boyd, que terminó su actuación descamisado, se trajo la lección de español aprendida, y con “Adolescents”, “Anna Molly” y “Pardon me”, demostró por qué su banda tiene un hueco en Rock in Rio gracias a su portentosa voz y al acompañamiento de sus músicos.

 

Por fin el auténtico rock llegaba al festival de música tras dos jornadas en las que la electrónica se adueñó del Escenario Mundo de la mano de artistas internacionales como David Guetta, Calvin Harris o Swedish House of Mafia.

 

Con “Sick sad little world”, “Incubus” dejaba el testigo al cabeza de cartel en la última noche del festival de música, Red Hot Chili Peppers, que continuaban la estela de rock de sus compatriotas.

 

Hasta el público afincado en el césped se levantaba para recibir al grupo californiano, que no dudaba en recurrir a sus mejores temas como “Around the world” o “Californication”, que venía acompañado de unas inusuales imágenes de botes de píldoras en las que se podían leer etiquetas de sentimientos como la “felicidad” o la “belleza”.

 

Con un mensaje en favor de traer el amor a todo el mundo, su bajista, Michael Balzary, alias “Flea”, bromeaba con los seguidores que se agolpaban a los pies del escenario, que se engalanaba de luces y sonido para recibir a “Red Hot Chili Peppers”.

 

Mientras tanto, su compañero y vocalista, Anthony Kiedis, con quien demostraba una gran complicidad, decidía despojarse de su gorra y enseñar palmito para interpretar “Can’t stop”, de su álbum “By the way”.

 

Después de un recital en el que sonaron sencillos como “Hard to concentrate”, “Right on time” o “Under the bridge”, Red Hot Chili Peppers interpretaba “Higher Ground”, escrita por el mismísimo Stevie Wonder.

 

Los californianos volvían a hacer entrada a la pista tras un breve amago por despedirse de sus seguidores con su batería, “Chad” Smith, enfundado en la camiseta de la selección española, recientemente coronada con la Eurocopa.

 

Además, Kiedis, en un alarde de su portento físico y demostrando que los años no pasan por sus brazos, decidía retomar el concierto haciendo el pino y con la música de “Suck my kiss”.

 

Tras “Ethiopia” y “Give it away”, Red Hot Chili Peppers, líder indiscutible de la jornada del cierre de Rock in Rio, abandonaba Arganda, iluminada por fuegos artificiales, para dejar paso a la electrónica de Deadmau5.

 

El canadiense ponía el broche de oro a la edición madrileña en el que “la música es sólo la excusa”, y sus asistentes pueden disfrutar de servicios tan dispares como su concurrida tirolina, un castillo hinchable, un karaoke o una carpa VIP con expertos en dermoestética incluidos.

 

Rock in Rio se despide así de Madrid con la mirada puesta en el próximo año, donde el festival de música creado por Roberto Medina, aterrizará de nuevo en la ciudad de Río de Janeiro y como novedad, en la capital de Argentina, Buenos Aires.