El fin de semana me enteré de que mi sobrina obtuvo un premio en la feria de ciencia de su escuela, me sentí muy orgullosa, pero sobre todo con esperanza de que pueda desarrollarse en el campo que elija, sin discriminación, mucho menos por género.

Repasemos un poco la historia sobre el protagonismo femenino en la ciencia. Era el inicio del siglo XX, cuando en 1901, se celebró por primera vez la entrega de los Premios Nobel.

 

Transcurrieron solo dos años, para que una mujer, Marie Curie, fuera galardonada en 1903 con tan prestigiosa distinción por sus aportaciones en física, recibiéndolo de nuevo en química en 1911. Aquel acontecimiento daba la sensación de que, quizá, en las ciencias, las mujeres tendrían las mismas oportunidades y reconocimiento que sus colegas hombres.

 

Ese augurio de igualdad no ocurriría, pues de los 597 premios entregados desde entonces hasta el 2019, solo 54 se otorgaron a mujeres, y únicamente 20 correspondieron a áreas en ciencias (3 en física, 5 en química, 12 en medicina).

 

El descubrimiento de los elementos químicos polonio y radio, y del VIH son algunas de las contribuciones de mujeres científicas que han cambiado al mundo, no obstante, a pesar de sus valiosos aportes, su participación en este ramo es minimizada.

 

Los estereotipos y roles de género que culturalmente han imperado en México siguen siendo barreras a las capacidades y talentos de las mujeres, desde que son pequeñas, para dedicarse a su vocación, como puede ser el estudio de las ciencias.

 

Los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) 2018, permitieron observar que, en promedio en los países de la OCDE únicamente el 1% de las niñas reportó querer trabajar en ocupaciones relacionadas con ciencia, tecnología e innovación en comparación con el 8% de los niños.

 

De acuerdo con el informe “Descifrar el código: La educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM)” 2019 de la UNESCO, de la población femenina en la educación superior en el mundo, solo alrededor del 30% elige disciplinas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.

 

Según el estudio “Las brechas de género en ciencia, tecnología e innovación en América Latina y el Caribe” elaborado en 2018 por el BID, un número importante de mujeres con títulos en ciencia y tecnología no siguen profesiones en sus campos de estudio. Asimismo, en su trayectoria profesional, las mujeres se enfrentan al llamado “techo de cristal”, porque no se les considera en los puestos de mayor jerarquía.

 

En febrero, mes del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, el acceso a la información, más allá de visibilizar la exclusión en este campo, a través de estadísticas o informes, es una herramienta poderosa para potenciar la educación mediante el conocimiento de las profesiones y oportunidades de preparación en ciencias, o bien, para saber las opciones laborales en estas áreas.

 

Si queremos avanzar en el desarrollo, hagamos consciencia de género, pues como señaló la investigadora Marla Sokolowski: «¡Es importante no desperdiciar la capacidad intelectual de la mitad de la población! Piensen en cuantos misterios más se resolverían si todas las mentes capaces que trabajan en un problema se duplicaran e incluyeran tanto a hombres como a mujeres.»

 

*Comisionada Ciudadana del Instituto de Transparencia de la Ciudad de México (INFO).

Twitter: @navysanmartin