Cadino Chipanga decidió hace 20 años hacer un cambio que entonces se consideraba tabú en Mozambique: ser un peluquero que atendía a mujeres. También resolvió enfocarse en las rastas, un estilo aún inaceptable en algunas comunidades africanas.

Hoy, con 38 años, Chipanga no se arrepiente. Es dueño de “Carapinha”, un pequeño negocio que incluye tres salones en Maputo y una gama de productos para el cabello.

“La idea era crear un salón cuyo enfoque fuera cuidar el cabello natural en un momento en el que a nadie le importaba. La gente usaba cada vez más químicos y cabello sintético”, dijo Chipanga en el taller donde fabrica sus productos.

“La misión es recuperar el amor por el cabello afro, por ello me embarqué en esto”, agregó.

Chipanga fabrica sus productos para el cabello, incluyendo shampoo, de una planta llamada Nlhelho o Espina del Diablo, que fue usada por su madre y su abuela.

Maestro del cabello, como Chipanga es conocido popularmente, también usa girasol y coco como ingredientes.

Aunque Chipanga no es un rastafari, las rastas en África muchas veces están asociadas con el rastafarismo y la mayoría de las comunidades han sido lentas en abrazar la cultura. En algunos países, los niños rastafaris han sido enviados de vuelta a casa del colegio debido a sus rastas.

LEG