El homicidio de la niña Fátima no solo evidenció una sucesión de errores en el protocolo para atender una denuncia de desaparición sino que pasmó al Gobierno federal que no pudo dar una respuesta acorde a la magnitud del caso.
Aunque el delito es del orden común, la sucesión de casos ha provocado una crisis en el Gobierno de la 4T, que sigue sin reaccionar y sin ser empático con el movimiento feminista que reclama más atención.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha cargado con la responsabilidad de la estrategia porque él así lo decidió en sus conferencias mañaneras, en donde opina de todo, muchas veces sin tener la información suficiente del tema.
Se arriesga y en la improvisación lleva las consecuencias.
Primero se molestó porque cuando promovía la rifa-no rifa del avión presidencial se atrevieron a molestarlo con el tema de los femicidios.
Días después improvisó un decálogo ante la insistencia de una activista para que definiera qué está haciendo su Gobierno para evitar más feminicidios.
El decálogo fue una reiteración sin sentido de su posición “en contra de la violencia contra las mujeres’’; insípido, improvisado, compuesto por rollo pero sin acciones en concreto.
Por si no fuera poco, después condenó el hecho de que las activistas pintarrajearan la fachada y las puertas del Palacio Nacional.
“Con todo respeto les pido que no nos pinten las puertas’’, pidió y como respuesta al día siguiente obtuvo no solo la pinta de las puertas y la fachada, sino los muros laterales del Palacio Nacional que no habían sido tocados.
¿Dónde están los asesores y asesoras del presidente en la materia? ¿Dónde está la directora del Inmujeres? ¿Dónde están el DIF? O mejor dicho, ¿en qué se ha convertido el DIF si no está para asesorar a mujeres en riesgo de violencia?
¿Dónde están las campañas de prevención en contra de la violencia contra la mujer? ¿Dónde quedaron las activistas que criticaban la inacción del Gobierno antes de convertirse en funcionarias o diputadas y senadores de Morena?
El Gobierno se pasmó y eso no es bueno para nadie.
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El gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, entregará la plaza a Morena pero quiere decidir él quién será el candidato a gobernador.
De entrada, el (dizque) priista vino a visitar a un alto funcionario con derecho de picaporte en la oficina presidencial para pedir que el agraciado no fuera Canek Vázquez, quien en alguna etapa de su vida política fungió como secretario particular de Manlio Fabio Beltrones.
El mismo influyente personaje le respondió que respetaba su opinión, pero que él (o sea Fayad), no decidía eso y que si Morena veía a Canek como su mejor carta, Canek sería, le gustara o no.
Así que si de repente, como por arte de magia ve que comienzan los ataques en contra de Canek Vázquez, ya saben por qué y de parte de quién.
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¿Cómo estaría el evento del “nuevo sindicalismo’’ organizado por Pedro Haces, dueño de la CATEM, que ayer Yeidckol Polenvsky salió a descalificarlo?
Y miren que Polenvsky no es una blanca paloma, pero de plano algo debió caerle mal de Haces y sus socios que dijo que la reunión del lunes “es sindicalismo de hace cuarenta años’’.
Tiene razón.
Nada nuevo hay en el sistema de cooptación de Haces, ahora soldado de la 4T, como en su momento fue Fidel Velázquez con el PRI.
Y todavía hay inocentes que creen que será el modelo sindical de los próximos años.