Nacido en Granada, Nicaragua, en 1925, el poeta, revolucionario, educador y monje trapense Ernesto Cardenal falleció hoy a los 95 años.
Formado como sacerdote al lado de Thomas Merton en Estados Unidos, acompañante de la guerrilla sandinista que en 1979 puso fin al dominio de la dinastía Somoza en Nicaragua, divulgador de la poesía campesina que se escribió desde la comunidad de Solentiname, el escritor consolidó una obra poética heterogénea donde lo mismo se habló de Quetzalcóatl que de Marilyn Monroe, se imitó a Catulo o a los salmos hebreos, a los cronistas de indias del siglo XVI o los tratados científicos sobre el origen del universo.
Participante de la teología de la liberación, respuesta con que los practicantes de la fe católica del mundo latinoamericano trataron de brindar acompañamiento espiritual y material a los pobres de la región, maltratados por gobiernos autoritarios y el saqueo de potencias extranjeras, Cardenal fue increpado como sacerdote por el papa Juan Pablo II en 1983.
“Cuando oigo los gallos en la madrugada me parece que oigo a Nicaragua. Y cuando oigo una vaca. Y el trencito diesel que pasa por aquí como aquel trencito de Corinto a Granada. Un rancho lejano con palmeras, el perro ladrando, al lado la milpa, el río, las hojas de plátano, la lluvia de mayo y el camino mojado”, anotó durante su estancia en un noviciado en Estados Unidos, al que ingresó en 1957.
En diciembre de 2019 recibió un homenaje en la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, donde refrendó su interés por escribir una poesía sencilla, de fácil comprensión para las personas humildes, cercana a los pobres de Latinoamérica.
Desde esa lógica, reescribió los salmos bíblicos, dotándolos de un nuevo sentido al mezclarlos con el reclamo político de las izquierdas latinoamericanas.
“Declara Señor tu guerra a los que nos declaran la guerra / Porque tú eres aliado nuestro / Grandes potencias están contra nosotros / pero las armas del Señor son más terribles / No los hemos atacado y nos persiguen / no hemos conspirado contra ellos y estamos encarcelados”, escribió el nicaragüense en uno de sus salmos, publicados originalmente en 1972.
Su último libro, publicado en 2019, fue una celebración de la cultura mexica, con versos concentrados en Nezahualcóyotl, Quetzalcóatl, Cuernavaca, Vasco de Quiroga, las ballenas del golfo de California, entre otras figuras. Se titula ‘Canto a México’ y fue editado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) de México.
En 1980, el Ministerio de Cultura de la Nicaragua sandinista publicó el libro ‘Poesía campesina de Solentiname’, una recopilación de versos escritos por los integrantes de la comunidad de Solentiname, fruto del trabajo educativo y divulgador de Ernesto Cardenal, donde se recogen visiones sobre la vida natural, el amor popular y la lucha revolucionaria.
“Ya es verano yo estoy en el exilio, / pienso en los campos floridos de Solentiname. / Ya es verano, los maderos con chirriones cubiertos / de flores rosadas a la orilla de las islas, los helequemes / adornan el agua con sus flores anaranjadas, y yo / sigo en el exilio”, escribe Olivia Silva, una de las poetas antologadas en el volumen.
Uno de los más importantes exponentes de la literatura latinoamericana, Cardenal amalgamó el trabajo poético con la praxis política, la experiencia espiritual y la lucha contra las injusticias sociales.
Junto al chileno Nicanor Parra, fallecido a principios de 2018, la muerte de Cardenal significa la desaparición de uno de los principales renovadores de la escritura poética latinoamericana, pues ambos lograron hacer convivir a la forma poética con los estilos, voces y preocupaciones de la conversación colectiva, común, con los sonidos de la calle.
Como escribió él mismo en su ‘Cántico cósmico’: “Y un día será todo tumba, silenciosa tumba, / y ya no habrá más seres vivos en el planeta, compañero. / ¿Y después? / Después nos desbarataremos más, volaremos, átomos en el cosmos. / Tu amor sí tuvo un comienzo pero no tiene final”.
aarl