José Ureña
 

Estados Unidos lo exigió y México se disciplinó.

Y presuroso, impulsó desde el Poder Legislativo la reforma laboral para no competir comercialmente con deslealtad.

Así fue primero en la ratificación del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC, como decidió llamarlo Donald Trump).

Falta Ottawa, pero Justin Trudeau es un aliado del libre comercio y en algún momento hizo alianza con Enrique Peña para confrontar aTrump.

Esa alianza no siguió con el actual Gobierno, pero éste será el beneficiario de la labor desarrollada durante años por el ex secretario de Comercio, Ildefonso Guajardo.

Entonces entrarán muchas cláusulas al gusto de los socios norteamericanos y habrá vigilancia especial en materia sindical.

Dos elementos son claves, ambos incorporados por la poderosa central estadounidense AFL-CIO, como se llama a la Federación Estadounidense de Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales:

-Democracia de los sindicatos mexicanos.

-E incrementos salariales para no competir con ventajas.

¿PARA QUÉ AGITAR?

Lo de los salarios es imposible a corto plazo.

La diferencia entre las tres economías es exponencial y por eso las restricciones de Donald Trump a sectores claves como el automotriz.

Pero la democracia es una larga promesa ratificada como sello de la actual administración para acabar con el charrismo sindical.

No será posible.

No hay mucha intención.

No le conviene al Gobierno agitar gremios porque el pulso con el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) no ha sido tan favorable.

Se fue Carlos Romero Deschamps con un compromiso bajo el brazo de no persecución y no se impone un incondicional ni se arreglan las corrientes internas.

Hay obsecuentes como el Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM) de Víctor Fuentes.

¿Para qué moverle?

Ni siquiera para quitar a Víctor Flores de un gremio ferrocarrilero venido a menos pero con presupuesto seguro desde hace muchos años.

¿Y ni modo de arriesgar al eficiente Alfonso Cepeda en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) para entregarlo a la Coordinadora o regresarlo a manos de Elba Esther Gordillo.

Pero no por esta política lampedusiana desaparecerá el discurso de advenimiento de democracia sindical a cargo de Luisa María Alcalde.

Ella cumple su encomienda.

DIÁLOGO EN EL AIRE

1.- Los vuelos presidenciales tienen su encanto para los acompañantes ocasionales.

Fue el caso del domingo, de regreso de Villahermosa a la Ciudad de México.

Los pasajeros de al lado se enteraron de la incomodidad presidencial por lo sucedido en Tabasco y específicamente por los abucheos en Macuspana.

Preguntó a su vástago menor:

-¿Cómo calificas la gira?

-No muy bien. ¿Tú?

-Digamos un cinco…

El niño se encogió de hombros antes de contestar:

-Tranquilo, papá.

No hubo mucho diálogo, pero los aeroviajeros circundantes siguieron pendientes de la plática.

El ambiente no era el óptimo.

Y 2.- Las cosas se agitan en Notimex.

A la huelga han seguido las preocupaciones superiores y, quizá con mucha especulación y poca información, se habla de nuevo director.

A estar pendientes.

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