Como sucede con los ratones en ausencia de gatos, sin liderazgos políticos los extremos ideológicos salen de fiesta interminable. Son protagonistas.

 

Si se observa desde el otro lado de la moneda, una serie de incertidumbres incontrolables reflejan la conducción del mundo en manos del G-0, es decir, de nadie.

 

Kofi Annan articuló su plan de paz en Siria y el día en que supuestamente iniciaba una tregua entre el ejército de Bachar Al Asad y los rebeldes, el número de muertos no bajó del promedio diario, 40. Dieciséis mil muertos en 16 meses y el desconcierto de las naciones no pudo disiparse con la tibia respuesta que Turquía expresó el día en que uno de sus aviones fue derribado por las garras del presidente sirio en el entendido de que si a uno de los miembros de la OTAN lo atacan, la respuesta del club de la bala antisoviética se une en un sólo ejército para defenderlo. La semana pasada, el ejército de Erdogan caminó hacia la frontera con Siria pero sólo para enseñarle las encías al dictador que tiene la fina costumbre de obsequiarle bolsas Louis Vuitton a su esposa.

 

En Estados Unidos, el presidente Obama no logró en cuatro años el liderazgo, que medio mundo esperó de él tras el paso nihilista de Bush. En particular, el paso de Obama por Latinoamérica ha sido de puntitas, tan silencioso y sin efectos reales. A pesar de su histórico discurso en Praga (al inicio de su gobierno), Estados Unidos no tiene un presidente global.

 

En México, el gobierno de la desconfianza radicalizó a la izquierda convirtiéndola en un potaje ideológico del siglo XX (antes de la caída del muro de Berlín). Por su parte, el presidente Calderón se adormeció con su visión monotemática del narcotráfico. Error incalculable de no ser por el primero de julio cuyo elemento temático electoral fue el referéndum, sí o no al PAN. El tercer lugar es una respuesta elocuente. Al frente del gobierno estará el anciano Peña escoltado por los chicos progres Beltrones y Gamboa, la nueva generación.

 

Con la derrota de Sarkozy en Francia, se detonó el inicio del fin de Angela Merkel. La correlación de la dirigente germana es clara: al fortalecer su imagen en Alemania se debilita en la Europa de la recesión. Sin crecimiento económico, con el costo del dinero en caída, sin préstamos, sin consumo y con una banca negra, la receta del euro corre peligro. O Merkel cambia de fórmula o la eurozona navegará y con ella, la idea de Europa de la post guerra se convertirá en un bello tratado de la Historia. Los liderazgos ausentes han sido representados, desde Berlusconi y su historia de amor con Rubí, hasta la poco profesional subestimación que de la crisis hiciera el presidente español Zapatero.

 

En Egipto, la primavera sufrió las consecuencias del cambio climático. A falta de dictador, tal pareciera que el gobierno se comparte a la buena o a la mala. En éste caso, el ejército decidió que ocurriera a la mala si se observa con atención el  golpe orquestado en contra del Congreso hace dos semanas. El islam y los hermanos musulmanes se han convertido en el holograma demoníaco favorito de Estados Unidos e Israel. Mientras tanto, el presidente Mursi se debilita súbitamente durante los primeros días de su gobierno.

 

Con el Mercosur, lo único seguro de pronosticar son sus retrocesos. De un modelo espejo al de la Unión Europea ha pasado a ser una copia del TLCAN entre Canadá, Estados Unidos y México. La salida de Lugo, más parecida al referéndum Twitter que a las leyes constitucionales, vino a revelar a un club sin conducción donde Venezuela entra por la puerta de atrás mientras que Paraguay sale por la puerta principal.

 

Es el mundo gobernado por el G-0.

 

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