Martha Hilda González Calderón

 

Un proverbio chino señala que cuando llega la noche, más vale encender una cerilla que maldecir la oscuridad. Son tiempos de sobreponerse a la perplejidad. De crecer ante un escenario desconocido. Por eso, el Gobierno del Estado de México, a través de la Secretaría del Trabajo, organizó una serie de videoconferencias, durante el mes de mayo, invitando a varios expertos quienes abordaron diversos temas laborales, en el marco de esta pandemia. Especial relevancia tuvo la videoconferencia del Dr. Santiago Levy, quien habló sobre los impactos del COVID-19 en el mundo laboral.

Santiago Levy Algazi es un distinguido economista mexicano preocupado por la situación que atraviesa nuestro país. Su trato amable y sencillo, confirma la altura de su visión. Su trayectoria profesional incluye diversos cargos en el Banco Nacional de México, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, además de haber sido titular del IMSS. Actualmente labora para el Brookings Institution con sede en Washington. Desde el inicio de su charla dejó claro dónde nos encontramos y delineó una hoja de ruta para atemperar las consecuencias de esta pandemia.

El experto economista define la situación en que vivimos como un navegar por aguas tempestuosas y con mucha neblina. Su metáfora es clara: no sabemos mucho sobre este virus. Si habrá mutaciones o rebrotes. Nos orientamos por la experiencia de otros países, donde la pandemia aparentemente ya pasó. No alcanzamos a dimensionar lo que se ha llamado la nueva realidad, entendida como las nuevas condiciones para relacionarse con los otros. Apenas atisbamos la punta del iceberg.

Levy marca el punto de partida: la crisis que estamos atravesando es muy diferente a otras conocidas por nuestra generación y generaciones pasadas. Tenemos que entender la contradicción de que solo confinándonos, tendremos alguna oportunidad de salir más rápido de esta crisis. En la medida en que estemos disminuyendo las posibilidades de que surja un rebrote del virus, podremos estar recuperando más rápidamente nuestra libertad de movimiento. Y tenemos que prepararnos —apunta— para paliar las consecuencias de la más profunda recesión económica que hayamos conocido.

El diagnóstico del experto es contundente: la pandemia irrumpe en nuestro país en un momento de gran vulnerabilidad económica causada por la caída del precio del petróleo, depreciación del peso, una disminución del empleo y un creciente sector informal, entre otros factores. El fenómeno de que varios países deban confinarse casi al mismo tiempo y sus gobiernos necesiten meterle freno a la economía para facilitar que sus gobernados se resguarden en sus casas, agrava aún más la crisis que México, ya de por sí, atravesaba.

Aún es muy poco lo que se sabe sobre este virus. No se conoce, hasta el momento,  la cura y las vacunas aún están en etapa de investigación. Los servicios médicos están saturados y en muchas partes del país, el semáforo está en color rojo, especialmente en la Zona Metropolitana del Valle de México.

Para contrarrestar los efectos económicos de una pandemia que se originó en otro punto del planeta, el doctor Levy establece en su hoja de ruta, tres etapas:

La primera se refiere al control de la epidemia y la consecuente crisis que se provocará al frenar la economía. Calcula la duración de esta etapa en tres meses, de acuerdo con la experiencia de otros países y con la disciplina en la observancia del confinamiento. El objetivo —apunta— debe ser minimizar la pérdida de vidas y las estrategias de reactivación en zonas en donde hayan disminuido los contagios.

Disminuir los contagios es posible, señala, de acuerdo con la experiencia en otros países, siempre y cuando haya habido un confinamiento efectivo. Y un confinamiento efectivo se logra cuando las personas no tienen necesidad de salir porque tienen una fuente de ingresos que les permita satisfacer sus necesidades más apremiantes.

De igual manera, las empresas pueden sostener  a su personal, si cuentan con fondos para pagarles. Y si ha habido un convenio laboral que proteja el porcentaje salarial que la empresa pueda pagar durante la primera etapa de la pandemia. Tarea que estamos realizando las Secretarias del Trabajo locales y la dependencia federal.

Los objetivos a alcanzar en esta primera etapa, nos dice el doctor Levy, son: minimizar el número de víctimas y mitigar los costos sociales. El primero se alcanza si el sistema de salud tiene recursos suficientes para atender —a través de las distintas instituciones públicas de salud en alianza con las instituciones privadas del sector—, al universo de contagiados. El segundo se atiende si se reconoce que los principales afectados son los trabajadores, formales e informales, y no se desvía la atención a otros sectores que no están siendo directamente afectados por esta crisis.

El doctor Levy sugiere que a toda costa debe de evitarse la pérdida de empleos formales. Para esto, se debe de actuar rápido y decididamente en apoyar a las empresas para evitar cierres, otorgándoles garantías de crédito y diferimiento de pago de cuotas al IMSS, INFONAVIT y AFORES. Y si la recesión se alarga, apoyar económicamente a las empresas con recursos, siempre y cuando, sigan manteniendo su planta laboral.

También establece la urgencia de apoyar a los trabajadores más pobres a través de transferencias económicas, identificándolos de los registros de lo que anteriormente era PROSPERA y hoy son las Becas Benito Juárez (BBJ); así como, los sectores informales, ubicándolos en los registros del SAT cuando es posible o en los padrones de los ayuntamientos y apoyándolos durante el tiempo que dure la pandemia.

La posibilidad de pasar de la primera a la segunda etapa depende mucho de la efectividad de las medidas sanitarias. Un creciente contacto social solo será posible si las medidas sanitarias han sido observadas para eliminar la posibilidad de un rebrote, la construcción de estrictos protocolos que permitan la detección y la atención oportuna del mismo.

La segunda etapa la califica como la recuperación de la recesión. Considera que esta tendrá una duración de entre 6 y 9 meses, dependiendo de las medidas que se hayan tomado en materia económica en la primera etapa. Su escenario ideal es una “U” con un segmento horizontal corto. Si este escenario pudiera ser posible, prevé que se pueda retomar el crecimiento económico para el año 2021, siempre y cuando se haya protegido al empleo formal y las medidas sanitarias de mitigación estén dando frutos.

Finalmente, la tercera etapa la visualiza como la construcción de esa nueva normalidad que dependerá mucho de la solidez de las bases con la que se hayan construido las dos primeras. La duración de esta última, es aún incierta para todos.

Esta hoja de ruta nos involucra a los distintos niveles de gobierno, las representaciones sindicales, las empresas, los trabajadores y la ciudadanía en general. Urge un gran acuerdo que permita construir un solo frente contra la pandemia. No solo porque tenemos que remar a contracorriente, sino porque si lo hacemos juntos será más fácil y rápido salir adelante. Es urgente porque las consecuencias económicas ya se dejan sentir a todos los niveles, pero con mayor desesperación en los sectores donde se han perdido empleos.

Santiago Levy ha trazado la ruta de la recuperación económica. Nos alerta de que no implementar las acciones debidas con la rapidez que demandan la urgencia de las necesidades sanitarias y económicas, nuestro futuro y sobre todo, el de nuestros hijos estará muy comprometido. Con esta hoja de ruta sigamos, juntos, el camino de los nuevos tiempos.

 

                                                                                                                                                 @Martha_Hilda