La última vez que la Policía de la Ciudad de México se vio involucrada en una violación a los derechos humanos, el entonces secretario de Seguridad Pública, Hiram Almeida, entregó a los 140 jefes de Sector los protocolos que debían seguir en detenciones y manifestaciones.

Eso ocurrió el primero de febrero del 2018.

¿Tiene entonces protocolos la Policía para actuar en casos como los del viernes pasado?

Si los hay, pero las órdenes superiores se superponen a dichos ordenamientos.

Si están actualizados o no, es otro problema.

El tema está en la aplicación que cada gobernante quiere dar a esas instrucciones: cuando utilizar la persuasión, cuando la disuasión y cuando la fuerza.

Esta última se utilizará cuando los elementos policiacos sean atacados y estén en riesgos sus vidas.

Pero si la instrucción de la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum fue la de “no reprimir’’, lo que se tradujo en “no intervenir’’ y dejar que los manifestantes destruyeran todo a su paso -sin ninguna responsabilidad ni penal ni administrativa- y sin que pudieran ser detenidos a pesar de los evidentes delitos que cometían, ¿cómo puede la Policía fiarse de protocolos que se aplican a contentillo del gobernante?

Desde luego que nadie desea la violación de los derechos humanos de los manifestantes y cualquier abuso policial debe ser condenado y sancionado, pero los policías parecen -en las manifestaciones, ojo-, estar en una especie de limbo jurídico.

Un sujeto prendió fuego a un policía, por la espalda, en Guadalajara y el tema no es ese, sino “la represión’’ del Gobierno del estado hacia los manifestantes cuya motivación tiene elementos de sobra para ponerla en duda.

No se descalifica la protesta, ni se criminaliza, pero de unos años para acá los reclamos legítimos han generado situaciones iguales o peores a las que se denunciaban.

Claudia Sheinbaum dijo que pediría a la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX y a los notorios que participen en las marchas -algo así como que califiquen la actuación de los policías- y que se redactarán nuevos protocolos para la actuación policial.

A ver.

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Ninguno de los gobernadores de Morena ha tenido las palabras de reconocimiento que ayer le hizo el priista Alejandro Murat al presidente López Obrador.

Durante un evento de supervisión de la construcción del Tren Transístmico, Murat llamó a la concordia y a la solidaridad sin mezquindades.

“Hoy es momento de concordia, queremos un México que cierre filas con nosotros, con nuestro pasado, con nuestro presente, pero especialmente con nuestro porvenir. Hoy debemos de enfocarnos en las coincidencias, más allá de lo que nos hace distintos”, afirmó.

El oaxaqueño dijo a López Obrador que cerraba filas con él y que estaba ocupado en el Gobierno “más allá de futurismos de otro tipo’’.

“Ya habrá tiempo para esos futurismos, pero hoy es tiempo de solidaridad fuera de mezquindades y de trabajo incondicional, desde Quintana Roo hasta las Baja Californias”, dijo ante la mirada complaciente del Presidente.

Por cierto, el proyecto del Transístmico en el que se invertirán 3,000 millones de pesos es el más avanzado de las obras emblemáticas de la 4T.
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El Banco Mundial aprobó un crédito de mil millones de dólares a México para salir de la pandemia.

Y, aunque el Gobierno presuma que no se ha endeudado un peso, lo cierto es que el préstamo le cae como anillo al dedo ante el desastre que es nuestra economía.

A ver cómo lo justifican hoy.

LEG