De los casi 147 mil casos de Covid-19 confirmados en el país, la mitad corresponden a la Zona Metropolitana del Valle de México, es decir, la Ciudad de México y los municipios conurbados del estado de México.
Y aún con esas cifras, a partir de hoy comenzará una etapa de “normalización’’ de las actividades productivas en la CDMX y sus alrededores.
No se ve mucho sentido: más de 100 días de encierro y justo en lo más severo de la pandemia se decide reabrir algunas actividades no esenciales.
Hay un plan de gradualidad; pero el éxito de éste depende de la responsabilidad individual de cada habitante.
La apuesta de los gobiernos local y federal es dejar en manos de cada ciudadano el cuidado de su salud; hay que tratar de regresar a la normalidad “pero con cuidado’’.
No conocemos aún las cifras de contagios a partir del 30 de mayo, fecha en la que terminó “oficialmente’’ la cuarentena, lo que podría ser un buen indicador del porcentaje de ciudadanos que se esforzaron por seguir las reglas sanitarias.
A partir de hoy, con la normalización del servicio de transporte público, comenzará una nueva cuenta a la que hay que seguir con cuidado para determinar si el Gobierno se precipitó en reabrir las actividades productivas.
Se entiende que sea una cuestión de salud pública, pero se explica mejor en el contexto económico.
La inactividad por más de cien días ha provocado una crisis económica sin precedente, que oficialmente ha costado un millón de empleos formales al país.
Un millón de familias que no tienen ingresos y que no se sabe si este mismo año podrán reintegrarse a la economía formal o engordarán las filas de informalidad.
Aquí si el Gobierno no se puede equivocar.
Porque se podía haber prolongado dos semanas más la cuarentena, que más
daba, pero la presión económica estaba por hacer estallar la olla.
Ojalá no se hayan adelantado.
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Los gobernadores del PAN, tan ninguneados por el presidente López Obrador, se reunieron en Guanajuato para redactar un manifestó en contra de las políticas presidenciales.
Quieren un nuevo pacto fiscal, que se privilegia a las energías limpias, que se respete la autonomía de los órganos reguladores así como la pluralidad política y de opinión.
O sea, todo lo que ataca, desde su púlpito mañanero, el jefe del Ejecutivo.
Quién sabe si lograrán algo, aunque sea una cita para comer o desayunar con el Presidente.
Lo cierto es que mientras los gobernadores no tengan cartas para negociar, en Palacio Nacional solo les darán largas a cualquier petición.
Quizá el documento hubiera tenido más fuerza si hubiera sido firmado por todos los gobernadores de oposición, pero no fueron convocados ni priistas, ni el del PRD, ni el del MC ni el supuesto independiente.
Pero no crea que se que trata de una división en la Conago…
¿O sí? No empiecen.
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El regreso a la “nueva normalidad’’ hará posible que la Comisión Permanente sesione presencialmente y no de manera virtual.
Al menos así lo cree Mario Delgado, coordinador de los diputados de Morena.
Y no le falta razón.
O dicho de otra manera, ¿por qué si un trabajador cualquiera va a arriesgar el físico en el pico de la pandemia para producir, los legisladores no pueden hacerlo?
Si hay sesiones presenciales, se facilitará el camino para un periodo extraordinario bajo la misma pregunta.
¿Por qué los legisladores no?
LEG