El 25 de marzo pasado, tras la muerte de George Floyd como balazo de salida, pareció detonarse no solo un movimiento que pedía justicia por el deceso del afroamericano padre de familia, sino uno que sacudió las conciencias sobre el abuso policial y el racismo en su papel histórico, además de la forma en que, en el presente, nos relacionamos con esquemas que atañen a las distinciones raciales, como el esclavismo.
En Europa y Estados Unidos, como parte de dicho movimiento, se comenzaron a deshonrar con pintas o derribos completos las estatuas de personajes que en algún momento fueron héroes, o por lo menos personajes destacados de la historia nacional de cada país, pero que en la calle fueron denostados como esclavistas, mercenarios y torturadores, sin que sus logros políticos o bélicos pudieran salvar su nombre.
En Boston, Massachussets, una estatua del explorador italiano Cristóbal Colón acabó decapitada en el parque que lleva su nombre.
En Miami, Florida, otra estatua de Colón fue vandalizada en un parque, cubierta con pintura roja y mensajes que decían “Nuestras calles”, “Black Lives Matter” (Las vidas negras importan) y “George Floyd”. Una tercera escultura del explorador fue arrojada a un lago en Richmond, Virginia.
Colón, a quien los libros escolares presentaron durante mucho tiempo como “el descubridor de América”, es considerado por muchos ahora como uno de los responsables del genocidio de indígenas en todo el continente americano.
Como una ironía suena ahora que cada 12 de octubre en México, por ejemplo -aunque también en otros países de América, como Estados Unidos e incluso en España-, sea conmemorado el descubrimiento de América (en 1492) con el nombre de Día de la Raza, cuando el navegante Colón encabezaba una empresa en búsqueda de otra ruta para llegar a Asia.
Las protestas le reclaman al genovés el maltrato a los indígenas originarios.
CON INFORMACIÓN DE AGENCIAS
Demócratas hacen eco
Los demócratas en EU retirarán una estatua de mármol que muestra a Colón pidiendo financiación a la reina Isabel la Católica para su viaje a América que llevaba en el Capitolio de California, sede del poder legislativo de ese estado, desde 1883.
LEG