Ángel Álvaro Peña

Esta vez la gira del presidente de la República en plena contingencia inició con el pie izquierdo, y es que desde su inicio no tuvo anfitrión sino a un gobernador que mostró su propia decadencia.

La gira del Presidente de la República debió ser una pasarela de lucimiento porque tenía la atención de los medios y de la población entera, luego de varias semanas de confinamiento en la capital.

Como si se tratara de un acto masoquista, el presidente de la República escogió Veracruz para iniciar este viaje y encontró lo que muchos sabíamos que encontraría: un gobernador que no hace su trabajo, ni lo conoce. Un político que ya no merece que nadie le levante la mano. No tiene triunfos que mostrar y sí muchas derrotas que ocultar.

Porque debió corregirle la plana al mandatario veracruzano. Cuitláhuac, en su discurso inicial, comenzó a denostar a los gobernadores de la oposición que crearon un frente para defender sus intereses y les llamó -en un impulso retórico- golpistas, después suavizó la calificación y les dijo separatistas.

Aun así, la aclaración del presidente se hacía necesaria. No son separatistas, dijo, y mencionó el derecho que tienen todos de disentir. El gobernador veracruzano que creyó congraciarse con su jefe guardó silencio. Una vez más había quedado mal con él.

Pero ahí no terminó la mala suerte de Cuitláhuac, a la salida del recinto el Presidente encontró un grupo de mujeres y hombres enfurecidos por la desaparición de sus familiares, a quienes nunca atendió el gobernador Cuitláhuac. Lejos de atender las peticiones, los evitaba o simplemente les cerraba las puertas. La gente no reclamaba nada material, sólo saber dónde quedaron los cuerpos de sus hijos, y esa falta de sensibilidad convertida en furia y desesperación chocó con la camioneta de Andrés Manuel López Obrador.

La falta de seguridad del Presidente, la violación a la sana distancia, lo improvisado del lugar y el momento, y los compromisos de agenda le impidieron atender a los demandantes de justicia, pero no le impidieron darse cuenta de que Cuitláhuac García Jiménez no había hecho su trabajo. Pudo haber evitado este desagradable percance que terminó por desgastar al presidente de la República.

Lo que hizo Cuitláhuac fue tratar de defender a un presidente que no necesita que lo defiendan. Lo mejor que puede hacer un gobernador por su presidente es trabajar.

Cualquier ayuda aparente al Ejecutivo se convierte en una manera de subirlo al ring de una pelea que no es suya o, por lo menos, no es el momento de pelear con los contrincantes que pareciera le sobran en este momento.

La gira debió seguir, pero no sin un mal sabor de boca del Presidente, que debió saber en ese momento que cualquier lugar sería mejor que Veracruz. En cualquier otro estado tendría mejor recepción. Los gobernadores informaron al Presidente sobre lo que habían hecho y lo que faltaba por hacer.

Así, Miguel Barbosa, de Morena, fue directo a los problemas que aquejan a la entidad y señaló que “en Puebla el tema de seguridad pública es un tema que lo hemos asumido como prioritario a partir de que encabezamos este gobierno en el mes de agosto del 2019”.

Barbosa continuó su intervención: “Pudimos enfrentar esa situación complicada de protestas, por cierto, protestas ejemplares, protestas, todas muy pacíficas, limpias, y lo hicimos con diálogo y encontramos formas de solución que abrieron una ruta de entendimiento y de soluciones compartidas”.

La oposición no debe ser un estorbo al ejercicio del poder ni este puede negarle a la oposición su expresión de inconformidad. Hacerlo es caer en un régimen político que no es el nuestro y que contradice los principios más elementales de la práctica política y de la democracia.

La intervención de Omar Fayad, del PRI, en Hidalgo, fue amena y hasta afectuosa. Pues dijo que “en Hidalgo no se tiene una presencia determinada de grupos delictivos, lo que tenemos como principal problema que enfrentar juntos es el fenómeno del huachicol, del cual derivan otras figuras delictivas”. Reconoció sus tareas pendientes y no culpó a nadie de no haberse solucionado.

Por su parte, el priista Marco Antonio Mena, de Tlaxcala, señaló: “En general, somos un estado que no tiene las dificultades en materia de seguridad de otros estados, pero hemos sido cuidadosos en la atención de delitos de alto impacto, principalmente homicidio, feminicidio, secuestro, trata de personas, robo a vehículos y robo en carretera. Muchos de estos delitos son de carácter regional, desde el golfo, pasando por el centro del país y hasta el Bajío”.

Hoy viernes 19, el Presidente dará su conferencia mañanera desde Cuernavaca. Algunos grupos anuncian su presencia para reclamarle pacíficamente la poca o nula atención sobre la lucha contra el Covid-19. A pesar de las inconformidades, el mandatario ha resuelto la agenda y dado a cada quien un lugar para ser atendidos. El inicio de la gira fue accidentado por razones que le fueron advertidas desde algunos ángulos de la sociedad y a través de los medios al Presidente. Como puede verse, aun en los estados donde gobierna un partido distinto a Morena el Presidente no encontró obstáculos en su camino, sólo en Veracruz que es de Morena.

PEGA Y CORRE. – Ahora los patos les tiran a las escopetas, porque el presidente interino de Morena ahora quiere establecer alianzas electorales, pero no puede. Su nombramiento efímero vence el 28 de junio y debe dar paso a elecciones para el puesto que ahora ostenta, pero Alfonso Ramírez Cuéllar piensa que todo es como domar caballos rumbo a la Cámara de Diputados, sin reglas, ni leyes, ni respeto por la voluntad popular. Ya lo aseguran los morenistas, quienes afirman que Alfonso Ramírez Cuéllar no puede comprometer las candidaturas de Morena ni puede firmar ninguna coalición para el 2021, ya que su cargo es provisional y lo que acuerde con el PT y el Partido Verde Ecologista no tendrá validez… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

angelalvarop@hotmail.com