Desde que ocurrió la primera muerte de un ciudadano mexicano por Covid-19, el ya lejano 18 de marzo, se han acumulado, hasta ayer, 33 mil 526 decesos.
Es decir, un promedio de 294 mexicanos muertos por día, 24.5 cada hora.
El ritmo de contagios también espanta.
El primer contagio oficial fue declarado el 28 de febrero; 133 días después, el número total es -hasta ayer-, de 282 mil 283 contagiados reconocidos por las autoridades de Salud.
Es decir, que cada día se han contagiado en ese periodo, en promedio, 2 mil 122 mexicanos, 35.3 cada hora.
Pese a estos números, el encargado del programa del Gobierno para atender -ya ni hablamos de contener- la pandemia, el subsecretario Hugo López-Gatell, asegura que el ritmo de contagios “se ha desacelerado’’.
Seguro él tiene otros datos, como su jefe, pero la afirmación anterior -que se suma al “ya domamos la pandemia’’ y al “ya aplanamos la curva’’-, es falsa a juzgar por los números del miércoles y jueves.
El miércoles el número de contagios fue de 6 mil 955 y ayer de 7 mil 280; las dos cifras más altas que se han registrado… justo después de que el subsecretario aseguró que se había desacelerado el crecimiento.
Estamos visiblemente ante un rebrote del virus; la mayoría de los contagios y de los muertos se han registrado a partir del primer día de junio, fecha en la que se decidió reiniciar algunas actividades económicas esenciales.
A juzgar solo por ese dato, ahora que algunos estados, entre ellos la Ciudad de México, ha reabierto plazas, restaurantes y hoteles, con sus reservas, desde luego, el número de infectados seguirá creciendo así como el número de muertes.
¿Qué tantos contagios y muertos se pudieron haber evitado si desde el principio se hubiera hecho obligatorio el uso del cubrebocas?, por ejemplo.
López-Gatell casi ha responsabilizado a la población con sobrepeso, diabetes, hipertensión, y otras enfermedades crónicas, de contraer el virus o de morir por causa de la enfermedad.
Si como dijo el subsecretario el ritmo de crecimiento de la enfermedad se ha desacelerado, ¿por qué entonces se anuncia la ampliación de hospitales Covid-19? ¿No tendría que ser al revés, en todo caso?
Muchas cosas hemos aprendido a causa de la pandemia, entre ellas, que el virus no se cura con buenas intenciones ni disfrazando la realidad.
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Parece error de principiantes, pero siempre se ha pagado un costo por decantarse por un candidato antes de la elección.
Cierto que influyen los afectos, las posiciones comunes, hasta el agradecimiento, pero los políticos deben tomar esas decisiones con la cabeza fría, más si lo que están en juego es el futuro de un país, no de una persona.
Al parecer el presidente López Obrador ya se decantó por la reelección de Donald Trump, al menos así lo interpretaron los demócratas en Estados Unidos.
Si el mandatario mexicano se hubiera reunido con los demócratas, aunque fuera para la foto, la interpretación había sido distinta.
No lo hizo quizá por falta de tiempo -en una estrategia calculada- o porque no quiso molestar a su anfitrión.
Ya veremos en los próximos meses, si no gana Trump, si la apuesta fue equivocada y cuál es el costo que como país tendremos que pagar.
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En una de sus locuras, la diputada (?) Nayeli Salvatori, más conocida por sus escándalos que por sus aportaciones al país, anunció que propondrá una iniciativa para castigar penalmente a quienes realicen “memes’’.
Ya ha habido varios intentos por censurar esa forma de sarcasmo tan mexicana y han fracasado, porque se trata de una limitante a la libertad de expresión.
Si a la señora no le gusta el calor, que no se meta a la cocina.