Suecia, que atrajo la atención de todo el mundo por su estrategia menos estricta frente al coronavirus, hace frente a un número casi récord de nuevos casos de Covid-19 en la Unión Europea (UE), pero las autoridades aseguran que la epidemia va en declive.
Entre los 27 países miembros de la UE, Suecia se destacó en las últimas dos semanas por alcanzar el poco deseado segundo puesto, detrás de Luxemburgo, en la lista de nuevos casos registrados por millón de habitantes, según los datos compilados por la AFP.
A día de hoy, Suecia tiene una relación de nuevos contagios seis veces superior a la media de la UE, y cercana a la de los Balcanes, el foco europeo más activo en la actualidad.
Según las estimaciones oficiales, casi un habitante de Estocolmo de cada cinco es portador de anticuerpos, un ratio superior al de los otros países, pese a que Suecia siempre haya negado buscar la inmunidad colectiva.
Para la Agencia de Salud Pública, que dirige la estrategia del país, muy controvertida, este aumento de nuevos casos se debe, sobre todo, al aumento del número de tests realizados.
“Si uno aumenta el número de tests, encontrará más casos”, afirmó a la AFP el epidemiólogo Anders Wallensten, en una declaración parecida a otra de Donald Trump en Estados Unidos, que fue muy criticada.
Pero, a diferencia del caso estadounidense, Sueca tiene argumentos para afirmar que la epidemia no se está disparando en su territorio. En primer lugar, porque los decesos y las hospitalizaciones bajan; y en segundo lugar, porque la proporción de casos positivos entre las personas examinadas también está bajando (de 12% en junio a 6% a mediados de julio).
Sin mascarillas
Al diferencia de lo que sucedió en la mayoría de los países europeos, Suecia nunca confinó a su población y ha preferido mantener las escuelas para menores de 16 años abiertas, así como las cafeterías y los bares y restaurantes.
La mascarilla, prácticamente invisible desde hace meses en las calles de Estocolmo, no fue obligatoria prácticamente en ningún lugar público.
Las autoridades, que prohibieron las concentraciones de más de 50 personas y las visitas a las residencias de ancianos, lanzaron un llamado a la responsabilidad: distancia de seguridad, aplicación estricta de las reglas de higiene, aislamiento en caso de síntomas. Hasta principios de junio no empezaron a realizarse tests de forma masiva.
Al 31 de mayo, el país había registrado 31.160 casos. Al 15 de julio, esa cifra casi se había duplicado, alcanzando 76.492. Al mismo tiempo, el número de muertes solo creció un 20%, llegando a 5.572, una cifra considerablemente superior al balance de otros países nórdicos.
Frente a esta explosión de nuevos casos, la Organización Mundial de la Salud clasificó a finales de junio a Suecia entre los países con “fuerte resurgimiento” de casos de covid-19, una decisión que las autoridades suecas criticaron.
El epidemiólogo jefe Anders Tegnell, rostro de la estrategia sueca, se refirió entonces a una “mala interpretación completa” de los datos.
La Agencia de Salud Pública ha defendido varias veces que este aumento se constituye esencialmente de casos leves, que habrían pasado desapercibidos anteriormente, pues los tests se reservaban en un primer momento a los casos más graves.
Para Karin Tegmark Wisell, otra responsable de la Agencia de Salud Pública, esta bajada de los casos graves sería el resultado de una mejor adaptación de la sociedad para proteger a las personas vulnerables del virus.
“La gente ha aprendido a identificarse con la enfermedad, a guardar las distancias y también a proteger mejor a los grupos de riesgo”, afirmó a la AFP.
Falta de tests
Pese a las fuertes dudas y a que muchos países hayan decidido cerrar sus puertas a los visitantes suecos, el país nórdico continúa defendiendo su forma de enfocar una crisis que se augura larga, subrayando que los confinamientos brutales que se ordenaron en otras partes no pueden mantenerse a largo plazo.
Según Antoine Flahault, director del Instituto de Salud Global de la Universidad de Ginebra, el error de Suecia quizá no fue tanto su política de no confinamiento como su lentitud a la hora de intensificar los tests.
“Lo que es verdaderamente desolador para Suecia es que no combinó esta política ambiciosa con tests masivos”, apuntó, destacando que el número de fallecimientos actuales en Suecia sigue estando por encima de la media europea.
PAL