Los primeros castores en vivir libremente en Inglaterra durante más de 400 años recibieron luz verde para quedarse en la naturaleza, después de un ensayo de cinco años que mostró que sus actividades de construcción de represas eran buenas para la vida silvestre y las personas.
Los castores, mamíferos vegetarianos semi-acuáticos, fueron cazados hasta su extinción en Gran Bretaña hace más de cuatro siglos porque la gente quería su carne, pelaje y castóreo, una secreción que se usaba en medicina y perfumes.
Pero en 2013 se descubrió que una familia de castores vivía en el Río Otter en Devon, un condado rural del sudoeste de Inglaterra. No está claro de dónde vinieron los castores y al principio corrían riesgo de ser desalojados.
En cambio, se les permitió quedarse durante cinco años bajo una prueba encabezada por la organización benéfica Devon Wildlife Trust, que estudió su comportamiento e impacto en el medio ambiente.
Los castores prosperaron, reproduciéndose y dispersándose en toda la cuenca del río. Han construido 28 represas y ahora se estima que hay 15 grupos familiares.
La prueba de cinco años halló que otras criaturas como peces, insectos, aves y topillos de agua se habían beneficiado de la presencia de los castores, que mejoran los hábitats de los humedales. Sus represas también habían reducido el riesgo de inundación en algunos hogares humanos.
Como resultado, el gobierno anunció el jueves que los castores pueden quedarse permanentemente, expandiendo su rango de forma natural, la primera reintroducción legalmente autorizada en Inglaterra de un mamífero nativo extinto.
“Esta es la decisión gubernamental más innovadora para la vida silvestre de Inglaterra en una generación”, dijo Peter Burgess, director de Conservación en Devon Wildlife Trust.
“Los castores son los ingenieros de la naturaleza y tienen la capacidad inigualable de dar nueva vida a nuestros ríos y humedales”, agregó.